La radiografía electoral que nos mostró ayer CPI, a menos de un año de los comicios por la Presidencia de la República, no conlleva mayor diagnóstico: Keiko sigue china de risa en la cima, PPK lucha contra la ley de la gravedad, Alan alimenta sus ilusiones de trepar y Toledo que no termina de conocer a sus pescados.

La novedad está en la sintomatología que encontró el sondeo en Nadine Heredia, la empoderada Primera Dama. Números más, números menos, la también presidenta del Partido Nacionalista tendrá que curarse en salud ya mismo si no quiere terminar aplastada por las cuatro agendas, puestas sobre la mesa por su expatrocinador Álvaro Gutiérrez. La pregunta del millón de dólares es: ¿tendrá la panacea el doctor Eduardo Roy Gates?

Me explico. La mayoría de la población -a la sazón votantes- ha asumido que los libros con apuntes diversos son suyos y demanda que se le investigue, tal como ocurre en el Ministerio Público.

Esta fundada sospecha de que Nadine no habla derecho cuando se refiere a las agendas registra una resultante lógica: el 77.6 % del Perú urbano desaprueba su desempeño público, lo que implica un verdadero garrotazo de cara al sostenimiento de su imagen y la sobrevivencia de su agrupación política para las elecciones venideras.

La defensa cerrada de Ollanta Humala en cuanto escenario oficial se le presenta y el desgañitamiento de sus poco convincentes congresistas (algunos pateros a ultranza) no alcanzan para cambiar el veredicto del pueblo, el juez supremo, que le ha puesto luz roja.