A ver si nos vamos calmando. Hemos escogido el peor momento para la disputa, cuando tenemos muertos en casa y otros agonizando, la economía por los suelos y un futuro incierto. Del escandalete del domingo solo quedará mucho ruido y pocas nueces.

El Tribunal Constitucional se traerá abajo todas las barbaridades “aprobadas” por inconstitucionales pero quedará el odio, el rencor y los electores polarizados, que es lo que, finalmente, buscan. La frase que sintetiza el nivel de las discusiones para modificar la Carta Magna de la Nación la dijo uno de estos sujetos ante un micrófono que creía apagado: “Hasta a Vizcarra le hemos quitado inmunidad, se ca… csm”.

¿Qué esperábamos, lenguaje académico y frases en latín? Berrinches infantiles que recuerdan esa actitud del “si no es para mí, no será para nadie”. Que Kiko se lleva la pelota porque se ha peleado con el Chavo o la Chilindrina, se comprende, pero no estamos en la vecindad, y el país los observa estupefactos. Siempre habrá los incondicionales de uno u otro bando, los que aplauden al presidente Vizcarra y los que esperan y disfrutan que le vaya mal.

Pero estos son una minoría. La mayor parte de los peruanos sólo aspira a tener una clase política libre de corruptos y un gobierno (Ejecutivo más Legislativo) gobernando honesta e inteligentemente para salir de los apuros que estamos pasando por culpa de la pandemia mundial.

Hay mucha gente que está sufriendo sino es por la enfermedad, es por el hambre y la escasez, la desocupación. Los que hoy vemos discutir por privilegios (la inmunidad es un privilegio del que no goza ningún ciudadano) parecen estar en otro mundo, en otra realidad, distinta a la que vivimos todos los ciudadanos de este país y de este planeta.