Una de las estrategias que mejor ha dado resultados en algunos países para contener la propagación del coronavirus ha sido la llamada “pruebas, pruebas y más pruebas”. Por ello, el propósito del Gobierno peruano es adquirir un millón 600 kits de pruebas.
Es evidente que los 10 mil kits que se tienen ahora no son garantía para atacar el mal en forma rápida. El problema para todos es que este virus genera síntomas simulares a otros. Por ello, se necesitan gran cantidad de pruebas no solo para precisar la enfermedad en Lima y las regiones sino también actuar con prontitud y a gran escala. De esta forma se concretará una nueva respuesta a la pandemia.
Esta es una buena reacción que se suma a la inmovilización social. Quedarse en sus casas es importante y si se incumplen las medidas simplemente estarán poniendo en riesgo la salud de todos.
Es evidente que si no se hubieran tomado decisiones drásticas solo tendríamos como resultado que la tendencia de los contagios se dispare a cifras inmanejables, algo que ofrecería graves perspectivas para el Perú y al propio curso de la economía de nuestra nación.
Que en la primera noche de inmovilización de los ciudadanos se haya detenido a 472 personas y 70 vehículos habla que no todo el país está comprometido al cien por ciento con la tarea de ser mejores, todos juntos.