Como si la lucha contra la inseguridad ciudadana no fuera un desesperado clamor de los ciudadanos que día a día sufren o ven de cerca asesinatos, robos, extorsiones, secuestros y demás delitos, el débil gobierno de Dina Boluarte no es capaz de lograr continuidad en la gestión del estratégico Ministerio del Interior, donde acaba de renunciar su titular, Walter Ortiz, que tenía mes y medio en el cargo asumido tras la gestión de un antecesor que salió con grandes cuestionamientos.

Boluarte y sus escuderos tratan de marcar la distancia con el penosa de gestión que fue la de Pedro Castillo, donde la señora fue su fiel ministra. Sin embargo, la alta volatilidad de los jefes del Interior los asemeja bastante. El golpista tuvo siete ministros en 16 meses, mientras que la mandataria lleva seis en 17 meses, todo un desastre para un país consumido por la inseguridad en las calles y hasta el surgimiento de una nueva forma de terrorismo que está atacando desde la sierra de La Libertad.

Como escribí días atrás en este espacio, los gobiernos de Castillo y Boluarte, ambos delfines del delincuente Vladimir Cerrón, también están hermanados por el hecho de vivir en una constante turbulencia por las andanzas de los parientes siempre angurrientos y dispuestos a llevare alguito gracias a su proximidad con el poder. El primero pagó las consecuencias de no alejar a hermanos y sobrinos; con la segunda ocurre algo parecido por la cercanía nociva de Nicanor.

Extraña la salida de Ortiz, que se conoció en la mañana de ayer, pues un día antes el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, dijo en conferencia de prensa que no estaba previsto hacer algún reajuste en el equipo ministerial. ¿Qué pasó? ¿Tuvo que ver la apertura de investigación al ministro por parte del Ministerio Público, tras la desactivación del grupo de policías que apoyaba a los fiscales que ahora investigan a la propia mandataria y a su hermano Nicanor?

Mientras tanto, la lucha contra la inseguridad sigue a la deriva. Ahora viene un nuevo ministro como es Juan José Santiváñez, con sus funcionarios y quizá hasta con otro jefe policial, por lo que todo tendrá que partir de cero, si es que realmente hay voluntad de hacer las cosas. Esto es una gravísima irresponsabilidad porque cada día que pasa sin tomar medidas certeras contra la criminalidad, se pierden vidas en manos de criminales que hace tiempo tendrían que estar tras las rejas.

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