De los cuatro congresistas que debieron ser suspendidos temporalmente de sus funciones en base a informes de la Comisión de Ética Parlamentaria, solo uno, Enrique Wong, tendrá que irse a su casa por unos meses, mientras que la situación de Luis Cordero será nuevamente analizada por el grupo de trabajo. En el caso de “Los niños” Elvis Vergara y José Luis Flores, fueron salvados a pesar de la gravedad de las acusaciones en su contra.
Sobre Wong, lo han mandado a su casa por 120 días por haber incurrido en presunto tráfico de influencias al hacer nombrar a uno de sus asesores en el cargo máximo en una empresa pública, al parecer a cambio de su apoyo al gobierno de Pedro Castillo. De nada sirvió que el legislador del partido de José Luna caído en desgracia, culpara a los medios de haber llevado a cabo un “linchamiento mediático” en su contra.
Similar argumentó usó Elio Riera, abogado del fujimorista Luis Cordero, también famoso por sus nexos con alias “El español”, para defender a su cliente acusado de presionar su expareja para que no lo denuncie por supuestos maltratos recibidos. Al final, el caso volvió a la Comisión de Ética a pedido del congresista Héctor Valer, en su momento acusado de agredir a su esposa e hija, razón por la que tuvo que dejar su fugaz cargo de premier en tiempos de Castillo.
Sobre “Los niños” Vergara y Flores, simplemente no hubo los votos suficientes para suspenderlos. Blindaje total. Han dejado la imagen del Congreso y el país por los suelos, la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales ha recomendado acusarlos y suspenderlos, y tienen investigación abierta en el Ministerio Público, pero acá no pasa nada. Seguirán en sus cargos y, por supuesto, cobrando sus sueldos. Sin duda les fue muy bien.
Lamentablemente este es nuestro Congreso, el de los otorongos, el del “hoy por ti, mañana por mí”, el que demora más de medio año en debatir estos casos, y cuando lo hace, de poco o nada vale, pues sin duda no fue lo que el peruano de a pie esperaba a la luz de los hechos que hemos conocido. Sin duda en esta actitud tiene mucho que ver el deseo de este Parlamento de silenciar a la prensa a través de cuestionados proyectos de ley. Detestan que sus verdades salgan a la luz.