“Runsimipi parlasunchis” (hablemos en quechua) se denomina la política pública implementada, a inicios de mes, por el Gobierno Regional de Arequipa, respaldada con ordenanza regional N° 435 y establece la universalización del idioma en el currículo escolar de estudiantes de primaria como secundaria.

De arranque, hay que preguntarse ¿la medida responde al incontrolable afán figuretista del gobernador Elmer Cáceres Llica (sobre quien pesa una sentencia de destitución dispuesta por un juez debido a su negligente función para enfrentar al Covid 19 en la región) o realmente sí se cumplirá? Desde aquí aspiramos lo último.

Conócenos de diversas de normas aprobadas y siempre quedan en buenas intenciones por no existir voluntad en su implementación y cumplir los objetivos fijados al momento de su redacción.

Es importante la medida, y como refiere César Moreno-Triana, especialista de la Unesco para América Latina: “En Perú, según cifras oficiales, se tienen aproximadamente 47 lenguas indígenas u originarias” y entre ellas destaca la de nuestros antepasados los incas: el quechua y pese a la conquista española resistió más de 500 años. Recientes informes, como el del Centro de Investigación y Estudios Económicos, Educativos, Sociales y Culturales, de acuerdo al Censo 2017 en Arequipa, el 31.3% de la población censada es quechua hablante, teniendo mayor presencia en las provincias de La Unión, Caylloma, Castilla y Condesuyos.

Esperemos que la dulce lengua andina, como fue calificada por algunos estudiosos, legado de los incas, siga vigente como también otras que se hablan en diversas zonas del territorio nacional.

Su preservación, al igual que el aimara, es importante en nuestra sociedad, pues representa la esencia, espíritu y cultura de un pueblo. Si una lengua desaparece, como años atrás advirtió un conocido empresario, entonces también su gente se va con ella. Eso no queremos.

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