Dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo. ¿Se aplicará este refrán a Pedro Pablo Kuczynski?

En la última semana ha sido duramente cuestionado por su edad. “Vitocho” prácticamente le puso fecha de caducidad y le aconsejó escoger bien a sus vicepresidentes porque “hay riesgo” de que muera durante un eventual mandato. La recomendación de García Belaunde es coherente, sí, aunque también un poco faltosa.

Ya le quieren dar los santos óleos, pero PPK todavía sopla… la flauta, monta bicicleta, viaja por el mundo todas las semanas, se mantiene activo y tiene una actitud positiva (se ríe hasta por gusto y la risa es salud). Además, mismo Drácula, busca sangre fresca. Pretende que los jóvenes sean su fuerza, su vitalidad y desea chuparles la energía y, sobre todo, los votos. La señora chalaca que alguna vez lo “pesó” dijo que el hombre está bien parado.

Lo que le hace falta es un rollo convincente, que demuestre a la gente que está en carrera, que sí puede llegar a la meta y que, si gana las elecciones, va a cumplir, como buen peruano (con o sin pasaporte estadounidense, aunque mejor sin), hasta quemar el último cartucho.

PPK podría jubilarse y ver la política de lejos, pero si tiene las ganas y el empuje para chambear, ¿por qué negarle la posibilidad de que lo intente? No olvidemos que un presidente no gobierna solo, tiene que ser como el “10” en un equipo: transitar poco y repartir bien la pelota.

¿Acaso a los 70 y pico uno ya no puede trabajar? ¿Acaso no todos vamos a ser viejos? Kuczynski acaba de cumplir 77 años, y aunque tiene más pasado que futuro, el futuro del país podría estar en sus manos. Nada de que los viejos a la tumba.