No era ajena a muchos de nosotros, la sensación de desasosiego derivada del profundo desgobierno en el cual estamos sumidos por esta administración acusada de liderar una organización criminal que promueve la corrupción.

Sin embargo, ninguna frustración puede ni podrá sumirnos en la inacción. Es así que nació una iniciativa ciudadana que se denomina Reacciona Perú. Se trata de una necesidad para salir del marasmo en que nos encontrábamos y sostener una lucha inclusiva de la sociedad contra el nefasto régimen de turno.

El país ha despertado más allá de las críticas, errores y aciertos que algunos arrogan a esta iniciativa. Parece ser que estamos entendiendo que no llegará de la nada el mesías imbuido con la solución al problema en que nosotros mismos nos hemos metido.

Por varios meses hemos estado dando vueltas en la vorágine de nuestra propia desazón, cuando la solución la tenemos nosotros. Es la ciudadanía organizada la que entendió que es ella la que tiene que ponerle el cascabel al gato y solucionar su problema. Y una muestra la hemos palpado este último 5 de noviembre, cuando masivamente salimos a expresar nuestro rechazo a esta administración que continua con su miope discurso divisionista y chauvinista.

Castillo ha migrado del sombrero chacarero al liki liki, para posteriormente arroparse con saco y camisa abierta. Hoy luce corbata y terno a la medida, haciendo gala a su máxima de “no más pobres en un país rico”, pues a este tipo de medio pelo se le cayó hoy la careta, como caerá pronto su gobierno, al haber encerrado a mujeres, niños y ancianos para gasearlos y generar una estampida humana que fue potenciada con la arremetida de la caballería al puro estilo hitleriano. Con esto ha demostrado su talante de dictador fascista. Ergo, hoy Castillo es un facho.