Resulta bastante predecible y burdo el esquema de la izquierda y de algunas de sus variantes caviares para socavar a un presidente que no les gusta. Es el eje de siempre: Convulsión social-vandalismo-muerte. Lo usaron contra Manuel Merino para imponer a Francisco Sagasti y en defensa del impresentable Martín Vizcarra. Lo usan ahora en defensa de Castillo, contra Dina Boluarte para imponer a alguien que se parezca o sea la misma Flor Pablo. Es un plan burdo que ha sido alimentado por graves componentes.

El narcotráfico ha colocado mucho dinero en ello pues el gobierno de Castillo ha resentido sustancialmente la erradicación del cultivo de hoja de coca y obviamente no les conviene que se les caiga el negocio. Hay dinero también de las prefecturas entregadas vilmente al prosenderismo y que han visto afectadas su control con el nuevo régimen y el manejo presupuestal que les permitía expandir su ideología, ganar adeptos y promover la farsa de la asamblea constituyente.

En el cóctel, mucha gente obligada a protestar por el lumpen dirigencial de organismos letales para la democracia y que también son financiados por la minería ilegal como los llamados Frentes de Defensa. Así se instrumentalizó una protesta con fines protervos, miserables, que son un atentado contra la democracia y el Estado de derecho.

A mí tampoco me gusta Dina Boluarte, pero sería incapaz de reclamar por una sucesión presidencial impoluta y que no tiene un ápice de ilegalidad. Esta nueva gestión ha sido obligada a tomar medidas indispensables como establecer el estado de emergencia y sacar a las Fuerzas Armadas a las calles para restablecer el orden social. Por eso, entiéndanlo de una vez: La calle no manda, mandan la ley y la democracia. Y asuman también, radicales de izquierda, que los golpistas y los asesinos, son ustedes.