El Congreso autorizó a Pedro Castillo a viajar a Estados Unidos para participar en la 77a Asamblea General de las Naciones Unidas. Irracional e incoherente porque nadie cree que pueda defender internacionalmente los derechos humanos que en el Perú viola impunemente. Lo hizo al maltratar a decenas de niños con cáncer y engañar a sus desesperados padres. Ruindad moral que lo descalifica para representar a la nación aquí y en el exterior. Sin olvidar sus antecedentes de inoperancia y pobres presentaciones por las cuales la prensa internacional lo presenta sin formación, sin opinión y sin ideas. Dijimos que iba a ser peor y patético y así ha sido. Un papelón mayúsculo difundiendo la corrupción nacional, defendiendo su estabilidad atacando un posible golpe de Estado, fuera de toda lógica política y diplomática. Lo cierto es que la autorización congresal nunca debió darse. ¿Quién responde por esta vergüenza internacional? El jefe de Estado no tiene responsabilidad política, será el canciller quien explicará al Congreso los desaguisados que no pueden ni deben repetirse. Toca al Parlamento debatir con inspiración patriótica la forma de decir no a quien no debe continuar hablando a nombre del Perú. Ciertamente es anómalo en la historia republicana tener un presidente inepto y marrullero puesto en Palacio por elección popular sin que cumpla con las mínimas calidades para las que fue elegido. Inédita situación que exige la mayor imaginación para evitar la afrenta que significa Pedro Castillo cuando habla y cuando permanece callado. Su incuria ante sus propios errores es tan evidente que al no tener conciencia podrá repetirlos. El Estado debe defender la soberanía nacional e impedir que se renueven los agravios a la imagen del país. Como bien se ha dicho “no se encuentra en el nivel” para tribunas internacionales. Esperamos responsabilidad.
Responsabilidad congresal por María del Pilar Tello (OPINIÓN)
Columna de opinión