Con tantas malas noticias en el país no es fácil conservar la calma y el optimismo. Y en vez de superar esta coyuntura, cada día aparecen más escándalos. Por ejemplo, ayer Zamir Villaverde, quien cumple prisión preventiva por presunto tráfico de influencias, reveló que Pedro Castillo ganó las elecciones presidenciales manipulando, al más alto nivel, la voluntad popular. Esto ha generado reacciones de todo tipo e incluso la bancada de Renovación Popular anunció que alista una nueva moción de vacancia.

Por supuesto, esta narrativa de fraude merece ser escuchada y analizada. Recuerden que la mitad del país tuvo esa impresión inmediatamente salieron los resultados oficiales y muchos salieron a las calles a protestar. Ante ello, el compromiso de Villaverde debe ser el de aportar fundamentos contundentes. Sin embargo, no hay que olvidar que seis denuncias de fraude electoral fueron archivadas por la Fiscalía por falta de elementos probatorios.

Estimamos que si el recluso se decidió a acusar a Castillo como el líder de una organización criminal que se hizo con el más alto cargo de la Nación, debe tener evidencias que nadie conocía. Si al comparecer ante la Comisión de Fiscalización del Congreso y otras instancias, Zamir Villaverde no sustenta sus declaraciones, no solo victimizaría al jefe de Estado sino que paradójicamente reforzaría la imagen de éste.