Lo habíamos advertido: Vladimir Putin, presidente de la Federación de Rusia, iba a tener problemas como consecuencia de la arbitraria y abusiva detención de que fue objeto, Alexei Navalny, el joven político ruso, su mayor opositor, que se ha venido enfrentando valientemente al régimen moscovita, y que fuera objeto de un atentado por envenenamiento, felizmente superado gracias a la acción de los médicos en Alemania.

Las críticas contra la medida del gobierno han venido esta vez desde la Unión Europea y por una total incapacidad hacia la tolerancia, el gobierno de Putin decidió la expulsión de tres diplomáticos de tres países miembros de la Unión. La reacción ha sido prácticamente inmediata y acaban de ser expulsados otros tres diplomáticos rusos, cada uno de ellos, en Alemania, Suecia y Polonia.

Putin ha actuado por acto reflejo y esa no es la manera de hacer política exterior y mucho menos en estos momentos en que Europa empieza una etapa de reconciliaciones con los Estados Unidos de América, donde Joe Biden ha comenzado a recomponer la relación con los países del bloque, bastante maltratados durante el mandato de Donald Trump. Putin no ha sido estratégico.

Para nadie es un secreto que la Unión Europea había logrado importantes acercamientos con Moscú y hasta Alemania había cerrado prometedores acuerdos para el traslado del gas desde los territorios euroasiáticos hasta el viejo continente. Creo que Putin se ha disparado a los pies y podría terminar volándoselos si persiste en esa actitud recalcitrante bastante definida por el apasionamiento y la enorme molestia que representa la figura de Navalny en la política rusa en la cual no quiere sombras ni distracciones.

La actitud de la Casa Blanca exigiendo en los últimos días la inmediata libertad de Navalny tuvo eco en Europa y frente a ello, el presidente Putin debió actuar con mucho sigilo pero francamente no lo ha tenido. La situación entre la diplomacia rusa y la que proyecta la Unión Europea en nombre de los países que la integran -es un error sostener que la UE tiene política exterior y embajadores, que son solamente atribuibles a los Estados-, podría seguir deteriorándose, siendo eso muy malo para Moscú y para Putin.