A pocos días de las elecciones parlamentarias en Venezuela, la única misión electoral permitida por el régimen de Nicolás Maduro para observarlas es la de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la misma que ha debido rechazar el asesinato del secretario general de Acción Democrática, Luis Manuel Díaz, en Altagracia de Orituco, Estado Guárico.

El político opositor se encontraba junto a Lilian Tintori, esposa del encarcelado líder Leopoldo López. Este episodio empaña el proceso electoral tildado de fraude hasta el cansancio.

Maduro ha dicho en reiteradas ocasiones que de ninguna manera van a perder el poder en el Parlamento. Su intolerancia no permite que puedan participar observadores de la Organización de Estados Americanos - OEA y esa es la primera malísima señal de lo que ya comenzamos a ver. La eliminación de Díaz podría presagiar un escenario de violencia y de sangre en el país que nadie quisiera.

Unasur condena el asesinato para que su presencia turística no aparezca como escandalosa. Está claro que si las elecciones fueran limpias sería el inexorable final de Maduro y él y su gente lo saben muy bien.

Las encuestas no dan ninguna posibilidad para que el presidente obtenga una victoria electoral y creo que esta situación lo tiene sumamente preocupado. Hay una montaña de acusaciones que deberá afrontar cuando deje el poder y ello se dará tarde o temprano y yo creería que más temprano que tarde.

La presencia de Unasur realmente es como si no se diera. Venezuela se ha convertido en un país inseguro y la gente no está dispuesta a seguir soportando a un régimen que los está atrasando en el camino hacia el desarrollo.