Cerremos lo desarrollado con respecto a mecanismos e instrumentos de cooperación en seguridad ante peligros y amenazas en Sudamérica del S. XIX. La interacción entreentorno internacional, caracterizado por rivalidad entre potencias y sus variadas formas de intervención en la región, con procesos internos que marcaron políticas internacional, de seguridad y defensa, nos llevan a analizar problemáticas en nuestras sociedades.

Hubo guerras internacionales opuestas al espíritu americanista, lastrando cooperación, disminuyendo capacidades ante intervencionismo de potencias. Casos: EE.UU y México por Texas y California (1836-48), Paraguay invadido por Triple Alianza -Argentina, Brasil, Uruguay- (1864-70), Chile atacando a Bolivia-Perú (1879-83); alguna, como Perú-Colombia (1828-29) que derivo en Colombia en guerra interna y nacimiento de nuevas repúblicas -Venezuela, Colombia, Ecuador-.

Está también la inseguridad ciudadana caracterizada por abigeato, asesinatos, despojando de propiedad rural a hacendados de todo tamaño, a comunidades campesinas; con sistemas incipientes de educación y salud; con mercados internos pequeños y fragmentados por poca y dispersa población, pero sobre todo por delincuencia e inseguridad jurídica en tribunales.

También hubo sociedades nacionales donde, unos países más que otros, presentaban Estado un empírico y abismo social (Jorge Basadre). Estados con proyecciones, a la vez frágiles, exponían a sus ciudadanos ante todo tipo de inseguridades. Por eso asombran las luces que anotamos en anterior entrega (Seguridad Regional I, 25.05.24). Surge una nueva etapa para el S. XX, con guerras civiles (1884-1899) que dieron nacimiento a ordenes conservadores (Natalio Botana) centralistas, modernizantes, con esquemas productivos diversificados, nos llevan a otro análisis.

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