El 4 de febrero de 1993 en Huarmaca, Piura, Sendero Luminoso asesinó a un mayor y 16 efectivos de la Policía Nacional del Perú (PNP), considerada la peor matanza que sufrió las fuerzas del orden en años de terror que vivió el país. En diciembre del 2005 en la vía Tingo María-Aucayacu una patrulla policial fue emboscada y mataron a 7 custodios. Así, los terroristas victimaron a centenares de policías en diversos atentados de violencia durante más de 25 años de horror. Ellos cayeron defendiéndonos de cobardes y se convirtieron en héroes que el tiempo los olvida.

Cuando pensamos ya no ser testigos de tanta baja junta en la PNP, hoy un virus acaba con ellos. Según cifras oficiales y terribles, durante la emergencia sanitaria, un efectivo muere con Covid 19 al día y ya serían más de 60 las víctimas en el país, en gran parte también por la plaga de siempre: corrupción.

Con estupor se descubren malos manejos en licitaciones amañadas y direccionadas al interior de la PNP, reflejando lo podrido que está el sistema, el mismo que requiere de alta cirugía para extirpar de raíz la corrupción en la PNP, donde hay gente honesta y comprometida con su uniforme.

El país quiere respuestas y explicaciones sobre los robos al interior de dicha institución, donde los culpables sean castigados, con procesos rápidos y que no queden en el rincón de los recuerdos, como pasa siempre con estos negociados, al igual que en los años del terrorismo donde altos mandos cometían barbaridades en el manejo de los presupuestos, dejando sin armas a su personal ante sus enemigos.

El desafío es ganar la guerra al Covid 19, como también a la corrupción que tanto año hace al país.