Se ha presentado una tercera moción de vacancia contra el presidente Pedro Castillo, como si esa fuera la solución a esta crisis política interminable en la que también tiene responsabilidad el propio Congreso, que no ha parado su enfrentamiento constante contra el presidente. De nada ha servido la visita de la Comisión Especial de la OEA que conversó con todos los actores políticos y cuyo informe preliminar sugiere parar este inútil enfrentamiento y los convoca a dialogar para acabar con esta crisis.

Sin embargo, la solución no sólo pasa por establecer un diálogo, que aparentemente ninguno está dispuesto a hacerlo, sino porque se vayan todos, que se produzca la vacancia, que la vicepresidenta renuncie, que el presidente del Congreso asuma la presidencia y convoque a elecciones de manera inmediata. En seis meses estaríamos eligiendo a un nuevo mandatario y nuevos congresistas.

Y la pregunta es ¿a quién elegimos? No hay líderes políticos en quién confiar los destinos de nuestro país. Keiko Fujimori está destinada a perder una y otra vez, y primero debe rendir cuentas a la justicia. Verónika Mendoza, inconsistente, sólo aparece en elecciones y luego se hace humo. Está la derecha radical que no tiene un líder pensante y un liberalismo “chisstriz” inmaduro y vacilante. Esa es la verdadera crisis política, pues no hay un panorama claro sobre por quién votar. En esas circunstancias, el remedio podría resultar peor que la enfermedad.