Un influencer conocido como “Makanaki” le confiesa que cometió una violación a Jhonatan Maicelo en una entrevista difundida en redes sociales. Maicelo le hace ver que ha cometido un delito, pero lo dice con un tono indulgente, como quien repara en una inofensiva palomillada. Es más, el boxeador le pregunta al tal “Makanani” si la víctima gimió, mientras que el influencer ensaya una suerte de defensa: “Pero la chibola es pendeja (…) a las finales se dejó, pe”.
Es la cultura de la violación arraigada en la sociedad y normalizada en muchos segmentos.
La difusión de este video, que asquea supremamente, se dio apenas horas después de que se confirmara la muerte de Katherine Gómez, la chica que fue quemada en plena calle por un hombre que no se resignaba a que ella no volviera a retomar la relación con él. La funesta noticia llegó, en ese momento, con la producida por las declaraciones de la ministra de la Mujer, Nancy Tolentino, en las que ponía todo el peso de la responsabilidad del crimen en la propia víctima. “Que las jóvenes elijan bien con quién estar”, había manifestado la ministra, ignorando la naturaleza de este tipo de crímenes y, aún más, ignorando que este crimen se dio justamente porque ella le dijo “ya no más” al sujeto que fue su pareja.
Se trata, pues, de otro síntoma llamativo del problema mayor que está inserto en la sociedad.
Y encima nos enteramos, en estos mismos días, de otra noticia terrible y sombría: en la selva, a una menor de edad le metieron unos clavos en la cabeza debido a que no se dejó violar. Otra vez, la cultura de violación que aflora como una pesadilla que es real.
Todo esto ocurre en tiempos en que el machismo y la misoginia avanzan en el país a través de políticos conservadores que le tienen tirria a términos como igualdad de género o feminismo. Un panorama sombrío.