Hoy en día, estar registrado en Infocorp (actividad comercial y financiera, calificación de crédito y riesgos), tener una enfermedad preexistente (seguros), un mal récord académico (colegio, universidad), o tener antecedentes penales o judiciales (trabajo, política), limita las opciones de vida.
Imagínense que un sistema de Big Data integre toda esa información personal, sumada a toda la que recoge de su pago oportuno de luz, agua, gas, teléfono, sus preferencias de amistades en FB, su récord académico y médico, sus viajes y compras en Amazon, Teleticket, los supermercados y malls, etc., y con todo eso se hiciera un PUNTAJE DE CIUDADANO CONFIABLE. ¿Cómo sería esa sociedad en la que cada ciudadano tiene un puntaje como carta de presentación para cualquier actividad que quisiera hacer?
Agréguenle a eso la identificación de personas con las lectoras de ojos para reconocer a cada una a través de cámaras de vigilancia colocadas en cada esquina que permiten saber exactamente quién está en un carro o en la calle todo momento. En función de esos puntajes, a los ciudadanos se les abrirían o cerrarían puertas en todos los campos de actividad y podrían estar vigilados 24/7, perdiendo buena parte de su vida espontánea, convirtiéndose en rehenes de sus vigilantes. Algo de ese tipo se está construyendo en China y estará vigente a partir del 2020 (“Big data meets Big Brother as China moves to rate its citizens (Social Credit System)”, en Wired, 21/10/2017).
¿Hay algo que podríamos imaginar en términos paralelos desde la vida política y educativa para confrontar o lidiar con ese mundo?