Incapacidad moral permanente. Esta es la acusación que el profesor Pedro Castillo tratará de quitarse de encima cuando hoy, a las 3:00 p.m., se presente ante el Pleno del Congreso de la República para responder (entiéndase leer) 20 preguntas sobre el caso Sarratea, las declaraciones de la lobista Karelim López y otros espinosos temas que para gran parte de la población ameritan la vacancia presidencial.
¿Y qué implica la incapacidad moral permanente? Simple y sencillo: exhibir acciones éticamente censurables “de tal gravedad y flagrancia que hagan resultar manifiestamente imposible que el presidente de la República siga en el cargo”, como señala César Valega García, docente de la PUCP. Ofrecer mar a Bolivia, a sola cuenta de que usa la misma ropa que Evo Morales, encaja sin duda alguna en esta connotación.
Se requieren 87 votos para que Castillo Terrones regrese a su casa (o a la escuela) y, envalentonado porque supone que será salvado por la campana, criticó duramente al Parlamento Nacional en los últimos días y hasta quiere que la OEA acuda a aplaudirlo. Habráse visto. Hoy vamos a comprobar, además, de qué lado juegan Alianza para el Progreso (APP), los “niños” de Acción Popular (AP) y otras bancadas que hace rato chupan el lápiz.
El mandatario no sabe gobernar, según propia confesión, pero sí hay dos cosas que aprendió rápidamente: populismo y victimización. Esta vez el país demanda explicaciones puntuales, que vaya al grano porque la alforja de sospechas que carga sobre sus hombros es bien pesada. No vaya a ser que mezcle papas con camotes, como está acostumbrado, y escuchemos más de lo mismo. Bueno es culantro, pero no tanto.