Desde ayer el ministro del Interior es Dimitri Senmache, quien relevó en el cargo al Alfonso Chávarry, quien será recordado como uno de los más lamentables titulares que ha tenido ese sector, al que incluso dejó maltratar por el premier Aníbal Torres una vez que despreció el trabajo de la Policía Nacional, más allá de todos los cuestionamientos al funcionario que se jactaba de haber sido policía, algo que no parecía.

Desde Correo, nos permitirnos sugerirle al nuevo ministro del Interior que dé una muestra de independencia y mande a su casa a todos esos prefectos y subprefectos vinculados directa o indirectamente a Sendero Luminoso, por más que el propio presidente Pedro Castillo sea parte de un sindicato hermanado a esa gavilla de asesinos. No hacerlo sería seguir agraviando a la Policía Nacional.

Si bien muchos de esos prefectos y subprefectos al menos senderoides fueron nombrados en la gestión ministerial del hoy arrepentido Avelino Guillén, de la que Senmache fue parte como jefe del gabinete de asesores, ahora desde la cabeza del sector tiene que dar un golpe sobre la mesa y echar a esos impresentables que se han enquistado en el mismo Estado que sus “padres ideológicos” quisieron dinamitar.

Queda estar muy atento a los primeros pasos que del nuevo ministro del Interior respeto a los prefectos y subprefectos, y la lucha contra la violencia en las calles. Si no hay cambio, habremos retrocedido aún más.

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