Siempre la culpa la ha tenido el otro. Ellos nunca. Al comienzo responsabilizaron a los que salían de casa, ahora a los que llegan a casa. Antes tiraron sus dedos acusadores a los que regresaban a sus regiones y a los que llenaban las calles vendiendo algo. Ahora a la aglomeración en el transporte público y los mercados. Según el Gobierno, todo esto  sumaba para que se incrementen los contagios y las muertes por COVID-19. Qué injusto confundir a la gente con un problema del que más bien es víctima.

Lo último ha sido lo dicho por la ministra de Salud, Pilar Mazzetti, en Puno. “Ustedes se organizan o se quedan sin nada, así de fácil”, les dijo a viva voz a un grupo de ciudadanos que pedían una planta de oxígeno. “Los peruanos tenemos que saber comunicarnos. Ustedes no tienen la madurez suficiente para comunicarse, los interesados son ustedes y los que tienen que organizarse son ustedes, lo dejo allí”, agregó. Lo dijo desde su efímero pedestal, como si ellos fueran eficaces comunicando. ¿Y qué es eso que ustedes son los más interesados? ¿El Gobierno no es el más interesado? ¿El Estado no debe atender primordialmente las necesidades de los demás?

Es evidente que esta coyuntura solo produce un cortocircuito en medio de una relación cada vez más complicada. Mucho se ha repetido que para contener la pandemia del coronavirus y todas sus consecuencias se requiere unidad, no solo de la clase política, sino del Gobierno y la población.

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