A pocos días de las cruciales elecciones en Venezuela, el panorama está claramente delineado. La mayoría de los ciudadanos de esta gran nación ha comprendido que la única opción viable para reconstruir su país y cumplir con su destino histórico es votar por la oposición. Solo así se podrá evitar el peligroso deslizamiento hacia la destrucción, la violencia y el caos.

Sin embargo, hay quienes tienen escasa o nula claridad para definir lo que pasa en Venezuela, bajo el régimen de Nicolás Maduro. Entre estos se encuentran algunos izquierdistas, como Verónika Mendoza, que ha pasado de ser una frenética revolucionaria a una prudente y moderada defensora del status quo chavista. Su postura, basada en nebulosas interpretaciones de la realidad venezolana, no hace más que mostrar su indulgencia hacia un régimen claramente antidemocrático.

Sin embargo, más allá de la genuflexa posición de los izquierdistas peruanos, estamos seguros que cada venezolano acudirá a las urnas con la convicción de que el cambio es posible. Que cada voto será un testimonio del deseo de un futuro mejor, un futuro donde la paz, la justicia y la prosperidad sean accesibles para todos. Venezuela se encuentra en un punto de inflexión, y el poder de transformar su destino residirá en el valor de su gente.

Es tiempo de soñar con un nuevo amanecer para Venezuela, donde cada ciudadano pueda vivir en libertad y dignidad.