“No es guerra, es genocidio”, afirman el presidente del Brasil Lula Da Silva y el politólogo argentino Atilio Borón, entre otros, denunciando que la llamada “guerra entre Hamas e Israel” ha dejado de ser una confrontación bélica entre dos fuerzas para convertirse en un genocidio del pueblo palestino.
La Franja de Gaza, de 365 kilómetros cuadrados y 2 millones de habitantes, equivale a la mitad de Madrid o la octava parte de Lima. Es un mini Estado-ciudad gobernado por Hamas, organización política y paramilitar palestina autodeclarada yihadista, nacionalista e islamista, considerada una organización terrorista por la Unión Europea, Estados Unidos y otros, mientras que Rusia, Turquía, Brasil, China, Noruega y Suiza, no la consideran como tal.
Israel gobernado por su primer ministro Benjamín Netanyahu, tomó como pretexto el desesperado ataque terrorista de Hamas del 7 de octubre del 2023, que causó la muerte de unos 1,200 israelitas y la captura de 200 rehenes, para desarrollar una ofensiva militar que busca desaparecer al pueblo palestino de su territorio ancestral.
La contraofensiva israelí de casi 150 días ha matado 30,000 personas, hombres, mujeres y niños además de causar 90,000 heridos.
Estados Unidos es coautor de esta masacre humana. Ha vetado sistemáticamente los pedidos de cese al fuego en la ONU, mientras aumenta el flujo de armas hacia Israel y se preocupa por Ucrania en su conflicto con Rusia. Entre tanto China mantiene la paciencia en su largo conflicto con Taiwán. Es hora de frenar este genocidio y la Cancillería peruana debiera dejar su letargo y sumisión. Retomemos nuestra condición solidaria y humana exigiendo cese al fuego y un Estado palestino libre y soberano.