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El día del terremoto que sacudió Pakistán y Afganistán, su corazón latía fuerte por el dolor de ver a sus paisanos aplastados por los escombros.
Cuando en internet se conoció sobre las más de 350 víctimas y unos mil heridos, el médico Waqar Kham rezaba en Huancayo.
El galeno musulmán labora en la posta médica de Sicaya, siempre viste como su religión lo exige y luce una amplia barba que genera la extrañeza y curiosidad de los sicaínos.
En estos momentos tiene los sentimientos encontrados, porque está a miles de kilómetros del lugar de la tragedia, pero no deja de estar atento a todo lo que ocurre en su tierra natal, donde viven sus familiares y amigos.
CASTIGO DIVINO. Para el doctor Kham, un terremoto es como una advertencia o un castigo de Dios porque la humanidad no está obrando bien.
Este desastre no es nuevo en su vida. En el año 2005, nos cuenta que Pakistán sufrió el peor terremoto de su historia. En aquella ocasión, cuando era adolescente, las víctimas mortales superaron las 150 mil personas. Una delegación de médicos cubanos viajó a brindar ayuda humanitaria y además que el Gobierno de ese país le otorgó una beca para estudiar medicina donde se formó durante 7 años.
En Cuba conoció a un empresario peruano de descendencia árabe, José Antonio de La Vega, que lo invitó a seguir su especialidad en Perú. En la posta de Sicaya a diario atiende a niños pobres y campesinos que no tienen recursos económicos.
La forma de vida de la población dista mucho de las costumbres del Medio Oriente, pero refiere que la gente es muy feliz y acogedora, pero hay costumbres como bailar o tomar licor que no comparte, ya que a su entender, es la motivación a la maldad contra la cual lucha.
