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Pocos placeres tan gratificantes en la vida como el dormir. Acostarse y caer en los brazos de Morfeo hacen que el cuerpo se relaje, descanse y recupere energías.

¿Pero qué sucede cuando no se logra concluir esta actividad y en vez de ser un placer se convierte en un suplicio para una persona o la gente a su alrededor?.

Según explica Darwin Vizcarra, médico neurólogo de la Cínica San Felipe especialista en medicina del sueño y director de Hypnos Instituto del Sueño, hay cuatro grandes trastornos o problemas vinculados al sueño que pueden aquejar a un individuo:

1. Insomnio. Dificultad para iniciar un sueño o mantenerlo, así como despertarse más temprano de lo que se quisiera pese a que se tiene la posibilidad de dormir más. Puede ser agudo (pocos días) o crónico (semanas). Trae como consecuencia irritabilidad, desanimo o disminución de la concentración.

2. Somnolencia. Dificultad para mantenerse alerta y despierto en el día, y poder realizar sus funciones normalmente. Se puede reconocer en alguien que se queda dormido en el trabajo o cuando maneja, así como en alguna conferencia, viendo televisión de día o escuchando a una persona hablar.

3. Conductas anormales. Cuando alguien patea dormido, camina o se mueve mucho en el descanso durante la noche.

4. Alteraciones en el ritmo circadiano. Hace predecible la hora de dormir. Nosotros somos de actividad diurna y sueño nocturno, y sabemos que en determinado rango de horas ejercemos estas dos actividades. Cuando eso se altera por una serie de razones aparecen los trastornos del horario del sueño por causas biológicas, ambientales o necesidad de trabajo nocturno o rotativo.

Indica que hay seis principales motivos por los que se debe dormir: para recuperar energía, hacer equilibrio hormonal, regular el sistema nervioso vegetativo, regular el sistema inmunológico, controlar la temperatura y mejorar el aprendizaje; por ello, es importante que los niños duerman las horas indicadas.

"El sueño está ligado a las hormonas que van a generar los tejidos, los niños crean más tejidos que un adulto porque están creciendo. Al crecer hay una demanda mayor de sueño", indicó, afirmando que por ello es que los niños y adolescentes deben dormir más tiempo, alrededor de diez horas. Un joven lo debe hacer entre siete a nueve, mientras que un adulto entre seis a nueve.

"Entre siete horas y media a ocho horas mejor nos va. Si se duerme menos se duplica nuestra tasa de ganar peso y de enfermarnos, y dormir más horas también trae riesgos, pero menores que los que causaría dormir menos de seis horas", señala el especialista.

Hay ciertas pistas relacionadas al sueño que permiten identificar algunas enfermedades. Por ejemplo, el apnea del sueño es un fenómeno muy común y frecuente, puede estar dentro del insonmnio o la somnolencia y se debe a una obstrucción que se produce en la garganta.

El ronquido es uno de los síntomas más saltantes de esta condición y este mal podría estar vinculado a la presión alta.

"La segunda causa en el mundo de hipertensión arterial es el apnea del sueño. Uno de cada tres hipertensos tiene apnea, y estudios demuestran que controlando este trastorno se controla la presión alta", señaló.

De igual manera es importante prestar atención a otros síntomas, como despertar cansados, estarlo durante el día o levantarse varias veces en la noche a orinar, ya que pueden ser señales de que algo no anda bien.

LABORATORIO DEL SUEÑO. Hypnos Instituto del Sueño es un ambiente en donde, previa evaluación médica, el paciente duerme una noche en sus instalaciones con una serie de sensores que permiten ver la actividad cerebral, cardíaca, respiratoria y muscular. 

Todo ello se une a una señal de video y se extrae la información necesaria para llegar a un diagnóstico y futuro tratamiento.

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