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Ser un celador o celadora del Señor de Huanca es un honor y una pequeña muestra de gratitud a la imagen que hizo posible el cambio en las vidas de más de 70 personas que integran la hermandad.

UN MILAGRO. María cuenta que su devoción por el Señor de Huanca comenzó desde muy niña, cuando sus padres la llevaban cada setiembre al santuario, se caso tuvo dos niñas, que ahora son profesionales, y su peregrinación continúa, dice ella “hasta el fin de sus días”.

Recuerda que cuando sus hijas no pasaban de los 10 años; les apareció en las manos varias verrugas y las burlas en el colegio comenzaron; las humillaciones contra las niñas eran lascerantes. Llego el mes de setiembre y el destino era el distrito de San Salvador en la provincia de Calca región de Cusco donde se ubica el Santuario del Señor de Huanca.

La familia entera se quedó toda una semana, en ese lapso de tiempo María y su esposo pedían a la sagrada imagen por la salud de sus niñas, llegó el momento de partir y retornar a la vida cotidiana en la Ciudad Imperial de Cusco, era un domingo recuerda María, cuando su esposo bañaba a las niñas para que retornen a las aulas y el “milagro” se hizo de un momento a otro las verrugas de las manos de las niñas habían desaparecido.

Así como María los demás celadores y celadoras tienen sus propias historias de fe y milagros.

SE BUSCA. La Hermandad del Señor de Huanca agrupa a más de 70 celadores y celadoras, pero muchos ya se despidieron de la vida terrenal y otros por diversos motivos radican en otros lugares y se carece de más vigilantes.

El presidente de la hermandad, Patricio Martierena Mendoza, cuenta que hace más de 47 años se dedico a servir al Señor de Huanca y continuará hasta que las fuerzas le den y espera que muchas más personas imiten a los celadores y celadoras.

Martiarena, hizo un llamado a los devotos del Señor de Huanca para que sean celadores y celadoras; los requisitos son: ser católico, bautizado y si en caso las personas son casadas presentar la partida de matrimonio.

Para servir al señor se pasa una evaluación de dos años aproximadamente, donde el aspirante tiene que desempeñar algunos trabajos sobre todo en setiembre mes del Señor de Huanca, donde se necesita gente para la vigilancia del santuario, limpieza del mismo, cuidados de la sagrada imagen, participación en las procesiones, entre otras labores.

Una vez que el aspirante logra demostrar su compromiso y devoción con el Señor de Huanca, se le entrega una cinta con la estampa de la imagen sagrada y un látigo que simboliza la disciplina que deberá de cumplir e imponer.

Algunas mujeres, entre ellas María también forman un coro, voces que acompañan en todas las procesiones al Señor de Haunca.

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