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Cumplir una condena no significa quedarse de manos cruzadas y esperar que el Estado atienda todas las necesidades básicas. En el establecimiento penitenciario de Cusco-Varones Quenqoro; cerca del 95% de la población, que suman a 2190, laboran en los diversos talleres y con apoyo de sus familiares logran llevar y vender sus productos en Chile y Bolivia, en una especie de exportación incipiente.

Los productos que llevan a Chile y Bolivia son mayormente artesanías hechas en cuero, madera, tejidos, etc., pero cuyo acabado necesita ser mejorado con diseños que cautiven a los extranjeros y se produzca una mayor demanda.

Capacitación. Para lograr incrementar sus ventas, los presos necesitan ser capacitados, el pedido fue hecho al viceministro de Justicia, Jorge Pando, en su última visita al centro penitenciario de Cusco.

Al pedido de capacitación, se suma la necesidad de tener mercados donde colocar los productos.

En la actualidad, las artesanías elaboradas por los reclusos, tiene un buen acabado, resaltó el mismo viceministro, pero que puede y debe ser perfeccionado.

Son los propios familiares de los internos, quienes con sus recursos viajan hasta Chile y Bolivia para vender las artesanías e incluso hay pedidos; claro está que en el producto debe de decir hecho en el país donde se vende, pero son los presos de Qenqoro de Cusco, quienes elaboran estas artesanías.

También se aprecia la venta ambulatoria en la Ciudad Imperial.

Destaca. A nivel nacional, el penal de Quenqoro es uno de los pocos que cuenta con gran cantidad de talleres. Encontramos el de carpintería, tallado, textil, textil andino y dos talleres de cuero, donde la población penitenciara trabaja y logra algunos ingresos para sustentar a sus familias.

La jefa de la Oficina Regional Sur Oriente, Sandra Jara Toledo, reconoció que existe una sobrepoblación en el penal que podría terminar con el proyecto de la nueva construcción de una cárcel en la provincia de Paruro, pero también admitió que se necesita brindar más recursos, como la capacitación a los internos.

Acotó que el objetivo de los talleres es reinsertar a los presos a la sociedad y una vez que salgan puedan trabajar con lo aprendido en sus años de encierro.

El viceministro Pando contó la experiencia de un preso en Quenqoro, que nunca antes había realizado trabajos en madera, ahora es todo un experto en tallado de marcos para cuadros, “estos ejemplos se deben de replicar”, resaltó el funcionario del Ministerio de Justicia.

Proyectos. Existe una experiencia que ha logrado importantes resultados, en un penal de Lima, comentó el viceministro de Justicia.

El trabajo que realiza esta empresa privada peruana fue: primero, capacitar a los internos e internas que lograron productos con acabados de alta calidad que son comercializados en la misma empresa, dando una oportunidad a las personas privadas de sus libertad.

Esta experiencia nace a raíz de la responsabilidad social de la empresa privada que está comprometida con este trabajo y que muy bien podría replicarse en otros penales a nivel nacional.

Estudio. En el penal de Quenqoro también existe el programa de alfabetización, donde 47 internos, cada tarde aprenden a leer y escribir, una muestra de que existe la intención de superarse pese a que deben de cumplir con la sanción impuesta por la justicia por haber cometido un delito.

El Ministerio de Educación, a través de la Dirección Regional de Educación de Cusco, dotó de un módulo para el dictado de clases, además de libros, pero es insuficiente; se necesita de otro módulo para albergar a más internos, sobre todo los que provienen de la zona rural que quieren estudiar.

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