Lo que dejó el aluvión del 8 de febrero del 2013, será recordado siempre como uno de los peores momentos de la historia local.
Numerosos vehículos fueron arrastrado por el caudal de las torrenteras, objetos flotando y numerosas viviendas inundadas fue el saldo de aquel fatídico día en que cinco personas perdieron la vida y cientos clamaban por ayuda.
En ese momento, las pérdidas llegaron a 100 millones de soles y aunque ha pasado un año, la ciudad aún no se repone de aquellos daños.
La avenida Venezuela fue una de las arterias más perjudicadas. Una gran masa de agua, lodo y piedras destruyó parte de la vía, arrasando con todo lo que encontraba a su paso y afectó al terminal pesquero El Palomar, para terminar con la inundación de casas en la urbanización Juan El Bueno.
La avenida Venezuela sigue en reparación, mientras que el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), advierte que ese fenómeno podría repetirse.
LA TARDE. El reloj marcaba aproximadamente las 16 horas, el cielo estaba nublado, pero no se registraba precipitaciones en el Cercado.
Como a diario, los ciudadanos continuaban con sus actividades sin saber lo que se venía, como cuando sucedió el terremoto del 2001 o como el huaico que inundó la avenida La Marina, coincidentemente un 8 de febrero de 1989.
Sebastián Zúñiga Medina, exjefe del Senamhi, recuerda que mientras en Alto Selva Alegre, Mariano Melgar, Miraflores y Paucarpata la lluvia causaba daños; en el Cercado no se veían problemas. Sin embargo, la acumulación del agua proveniente de la lluvia que comenzó a las 4 de la tarde ocasionó el desborde de las torrenteras que ingresaron por las avenidas Venezuela y Los Incas.
Los primeros afectados fueron los comerciantes de las urbanizaciones La Isla y La Negrita. Precisamente en la maderera de la urbanización La Isla, se formó el primer embalse.
El subgerente de Defensa Civil, José Vásquez Allasi, recuerda que la fuerza del agua fue tal que destrozó la pared del local y el caudal continuó aguas abajo juntándose con el agua turbia proveniente de los desagües que colapsaron. Como si fuera poco, en ese momento, comenzó a llover a cántaros. Las precipitaciones alcanzaron 124 litros por metro cuadrado, cuando lo normal era 22.
RECUERDO. Gina, vecina de la avenida Venezuela, vivió momentos de horror, cuando el agua desbordó la zona. Los pobladores temían lo peor.
Mientras tanto, los transportistas seguían conduciendo sin alcanzar a entender la situación y cientos de desesperados pobladores pugnaban por algún transporte. En minutos, varios autos quedaron atrapados por las "llocllas" y la ciudad quedó dividida en dos. El paso hacia ese lado de la ciudad era imposible.
INUNDACIÓN. El segundo embalsamiento se produjo en el puente peatonal de la Universidad Nacional de San Agustín y el punto crítico se extendió hacia el Mercado Pesquero.
Pero mientras se inundaba el mercado Pesquero, al otro lado de la ciudad, en la Av. Ejército, la situación era parecida. Los vehículos quedaron atrapados en el puente del distrito de Cayma y Av. Ejército. Las personas formaban cadenas humanas para cruzar y el agua les llegaba a la altura de la cintura. El escenario se repetía en el resto de calles como Lambramani, Alfonso Ugarte y Parra.
PESQUERO. Los aproximadamente 10 comerciantes salieron de prisa, pero Julia Álvarez y Marta Suárez se quedaron en sus puestos, creyendo que la situación no empeoraría. Al percatarse que ya se encontraban atrapadas, pidieron auxilio a viva voz.
Aproximadamente, a las 18 horas llegaron los bomberos para rescatar a las comerciantes que quedaron atrapadas en sus tiendas. La mayoría tuvo que subir a los techos del mercado.
Al día siguiente, el panorama era desolador. La pista quedó completamente destrozada, había árboles caídos, productos hidrobiológicos en media pista, frigoríficos doblados cual cartón. El techo de calamina del Pesquero terminó doblado.
Desde entonces, empezó el trabajo de limpieza con la ayuda de voluntarios de la Cruz Roja, soldados del ejército y bomberos sin fronteras. Estas labores demandaron por lo menos un mes.
El comandante, Percy Romero, jefe de la compañía de bomberos, narra que las llamadas telefónicas solicitando ayuda provenían de los distritos de Mariano Melgar, Alto Selva Alegre, Miraflores y de la parte de baja del Cercado. La mayoría por inundaciones. Su jornada fue inacabable y extremadamente difícil. Las urgencias eran muchas.
MUERTES. Fueron 5 las víctimas fatales de aquel día. Dos cuerpos, de padre e hijo, fueron hallados a la altura del mercado productores. Habían sido arrastrados desde Miraflores. De igual forma, dos hermanas quedaron atrapadas en un vehículo que cayó a la torrentera.
Una última víctima fue hallada en el río Chili. El agua arrastró el volquete en el que trabajaba.
16,375 viviendas afectadas, 39 colapsadas y 50 declaradas inhabitables por riesgo de caerse.

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