La primera vez que Ismael Contreras Aliaga estuvo en una procesión tenía siete años y se perdió. Entonces no pensaba en ser actor, pero ya había debutado en algunas obras escolares. Ismael no es creyente, por eso nunca le interesó volver a las Nazarenas ni sumarse a ese mar de gente que sigue al Cristo Morado cada mes de octubre. Hasta que le llegó el guión de una película: El evangelio de la carne.

En la cinta dirigida por Eduardo Mendoza -que se estrena este 17 de octubre-, Contreras, hoy de 64 años, es 'Félix', un chofer interprovincial que fue a parar a la cárcel tras ocasionar la muerte de siete personas en un trágico accidente. Después de pagar su deuda con la sociedad, Félix abraza la libertad pero aún conserva una gran culpa. Por eso busca redimirse, encontrar el perdón de Dios, intentando ingresar a la hermandad del Señor de los Milagros, añorando cargar el anda, esperanzado en que todo ese peso termine por aliviarlo. Pero su pasado carcelero lo hace un personaje no grato entre los cargadores, y el camino hacia la paz interior se vuelve aún más difícil. Sin embargo Félix lo transita, valiéndose de lo que puede -llevando piedras en los zapatos, tatuándose al Cristo Morado en la espalda- para castigarse mientras llega la oportunidad de ser perdonado. Entretanto, en un plano más real, buscando compensar a las familias de los fallecidos, el ex conductor se involucra en un negocio ilegal: la falsificación de billetes. ¿Hasta dónde puede llegar un hombre en busca de la redención?

UN ACTO DE FE. Si la fe en un Dios es lo que distancia a Ismael de su personaje -él cree profundamente en la autonomía de los hombres como dueños de su destino-, lo que lo acerca a Félix es su determinación.

"La actuación es una carrera de resistencia. Y el teatro es terquedad pura", sentencia.

Actor, director y dramaturgo con 43 años en la profesión -y un reconocimiento de la Unesco por su labor en la difusión del teatro para jóvenes-, Ismael Contreras reconoce con la libertad que le dan los años y la experiencia para imaginar situaciones límites que, en algunos casos excepcionales, el fin podría justificar los medios.

"Yo he rechazado varias veces la dirección de la Escuela de Arte Dramático porque termino 'dentro'", afirma entre risas... (Fotos: Elías Alfageme)

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