Jesús busca resucitar entre los adobes, un trabajo que fue sepultado por los ladrillos

El barro es parte del ser humano. De barro fue hecho el hombre, dice la Biblia, y con él vivió hasta que llegó el ladrillo. Las casas de las culturas prehispánicas fueron hechas de barro. Éste les daba calor y arraigo. Eso lo sabe Jesús, un hombre que en las afueras del asentamiento humano Justicia Paz y Vida, le dedica jornadas enteras a formar el barro y hacerlo adobe. A su lado trabaja su hija, una joven que remueve el barro con la lampa para que luego Jesús lo forme con sus moldes de madera.

VENTA. A diario puede hacer hasta 100 adobes, pero ahora se le hace difícil. Primero porque lo echaron del lugar donde antes trabajaba y lo mandaron al lado de un precipicio. Hasta allí tiene que llevar el agua con baldes. Otro motivo es que ya no hay compradores. “La gente de los pueblos viene a llevar a veces”, cuenta. A su lado hay apilados más de 100 adobes que no ha podido vender, entonces no tiene sentido que siga haciendo más.

No hay un número definido de cuántas personas sigan haciendo esto. No están incluidos en el sector de agregados del distrito, y según Jesús solo él y una dama que vende a varias cuadras de él, son los únicos que quedan, por lo menos en ese sector.

Luego del terremoto ocurrido en Pisco, el Centro de Estudios y Prevención de Desastres informó que el 60% de casas del país eran de adobe y que no era recomendable para zonas sísmicas. En Junín la mayor parte de construcciones rurales son de este material, debido a las condiciones que ofrece y estamos en una zona sísmica. ¿Entonces?

Jesús no siempre fue ‘adobero’. En la década del 80 estuvo enrolado en el Ejército para luchar contra el terrorismo. Luego de ello fue dado de baja y esperó un reconocimiento del Estado. Pero no recibe ni un sol. Por eso algunos días de la semana tiene que comprar el desmonte de casas de adobe que se derriban. Esa tierra le servirá para hacer más adobes. Entre estos días nadie compra. Solo espera terminar el desmonte y descansar.