Don Jorge Basadre Grohmann es una de las figuras referenciales de la peruanidad. En primer término es el más respetado historiador de la vida republicana del Perú. A este reconocimiento deben adjuntarse otros rasgos que hacen más consistente su valía. Uno de ellos es su condición de educador.
Todo en Basadre comienza con la historia: la suya y la de su patria. Esos factores concurren a forjar al historiador y, en simultáneo, al educador formidable que hubo en él. Allí concurren su nacimiento en Tacna cuando esta sufrida tierra se hallaba ya 20 años bajo la administración chilena; luego la poderosa influencia de un entorno familiar culto y exigente, con la fuerza genética de un mestizaje ilustre y el antecedente ancestral de dos historiadores; la escuelita peruana y clandestina de sus primeras letras que fue para él casi un santuario y un refugio; y aquella nostalgia por lo ausente, por la patria y la bandera que le eran negadas, el sentimiento de la "patria invisible" y del Perú como un símbolo soñado, esperado, profundo, según sus palabras.
Este fue el bagaje espiritual con que el niño "pobre, huérfano y provinciano" viajó a Lima a los 9 años. Allí, sus sucesivas experiencias estudiantiles prefijan los rasgos con los que Basadre aportó a la educación nacional. El Colegio Alemán le dio un panorama de severa exigencia académica bajo una conducción firme y disciplinada, donde no faltaba la familiaridad y el buen trato. Junto a ello la experiencia coeducativa con la riqueza de la amistad y la alegría de compartir con las niñas. En ese plantel disfrutó de los desfiles escolares, de la importancia de cantar en el colegio y los descubrimientos en las excursiones de fin de semana.
En el Colegio Guadalupe -él mismo lo señala- se sintió integrado al Perú en la concurrencia de niños y adolescentes de todas partes y de todo tipo. Junto a esta evidencia de diversidad nacional, Basadre intuyó en ello que nuestro país era una totalidad en el espacio y una continuidad en el tiempo.
La etapa que podríamos denominar de las grandes definiciones de Basadre se vive con su ingreso a San Marcos en 1919, la obtención de una beca de la Fundación Carnegie para la organización de bibliotecas en USA en 1931 y la extensión de su periplo europeo hasta 1935. En este período está incluida, naturalmente, su presencia en la formación de la Federación de Estudiantes del Perú en el Cusco, su experiencia como trabajador en la Biblioteca Nacional y la campaña plebiscitaria de Tacna y Arica de 1925-1926.
San Marcos y la Biblioteca son las experiencias que corroboraron en su vida aquella temprana vocación de historiador. Sin embargo, a lo largo de estos procesos puede entreverse que -como él propone en "Materiales para otra morada" (1960)- la historia es el fundamento de la educación.
En consecuencia Basadre es, por el imperativo de su condición de historiador, un maestro. Toda su preocupación por la historia persigue la finalidad de formar ciudadanos para conquistar esa "promesa de la vida peruana" que fue el centro de su apuesta vital.
En esta perspectiva, las dos ocasiones en que llegó a la alta dignidad de ser Ministro de Educación constituyen una suerte de pruebas a las que aceptó someterse, consciente del deber y el riesgo que ello implicaba. Dijo alguna vez que aceptó su experiencia ministerial como un reclutamiento "que obedecí con el sentimiento de servir a la patria, dejando de lado toda intriga política."
Por todo eso, Basadre confiere la mayor importancia a la labor magisterial. Percy Cayo Córdova, historiador y tacneñista que extrañamos, antes de partir reunió una antología de artículos basadrinos. En ella se suceden los temas que ligaban a Basadre con la educación: las diferencias entre investigadores y profesores, la importancia de usar bien el lenguaje, el recurso seductor de la anécdota en la pedagogía, el valor ejemplar de las biografías noveladas, las técnicas que permiten "aprender a aprender" y el sentido filosófico de la educación.
Otra apuesta de Basadre fue la de identificar las figuras paradigmáticas que los jóvenes peruanos necesitaban. Su sueño consistió en preparar un libro de semblanzas –que no alcanzó a cumplir en vida- con el solo propósito de dar aliento y conducir hacia la esperanza a los peruanos. Sobre todo a los jóvenes.
Finalmente, el Basadre educador que estaba dentro del historiador dedicó la última década de su vida a la juventud tacneña. Fueron años de intensa relación con los jóvenes intelectuales y artistas de su tierra natal. Estuvo pendiente de casi todo lo que ocurría y desplegó lo mejor de sus afectos para acompañar empresas individuales y procesos colectivos. Viajó a Tacna cuantas veces se lo permitió su precaria salud, pero siempre buscaba pasar desapercibido y fusionarse "como un tacneño más".
Conforme avanzaba en sabiduría, también crecía en humildad. No de otro modo puede entenderse su insistente renuncia a la justa adjetivación de Maestro para demandar que se le considerara, simplemente, un "hermano mayor". En noviembre de 1979 retornó a su tierra natal por última vez. Lo hizo para el discurso inaugural de CADE que aquel año se realizaba en Tacna como un homenaje a su probada peruanidad, en el centenario de la guerra del Pacífico. En aquella oportunidad solicitó a los organizadores que lo acompañaran sus jóvenes amigos, sus "hermanos menores". Con el extraordinario discurso que hoy se identifica como "Este Perú dulce y cruel", compartió su sensación de volver a Tacna "como en una romería, a experimentar la emoción de estar en mi terruño. Regreso, pues, para escuchar de cerca las voces misteriosas de tantos recuerdos imborrables, envueltos a veces en lágrimas o en sangre; y para encontrarme, una vez más, con mis amigos y paisanos. Hacia ellos guardo un afecto que mis muchos años no hacen sino ahondar".
El anhelado reencuentro de Basadre con su tierra conduce a entender que de este modo buscaba contribuir al intenso despliegue cultural que ella mostraba por los años '60 y '70, especialmente en los ámbitos de la poesía, el teatro y la historia. e intentar también el retorno definitivo a la Tacna que tanto quiso y que sólo se pudo cumplir el 2004, unos años después de su muerte.
Maestro de maestros, Basadre encontró una forma de sintetizar la verdadera docencia. Alguna vez señaló que el verdadero maestro era aquel que acompañara a los estudiantes "en el deslumbramiento de ir descubriendo cada día el mundo y la vida". Basadre, aún más que ayudar a descubrir, supo deslumbrarnos con su dulce afecto de amigo, su inteligencia siempre abierta y el más puro amor a su Tacna.
Regreso, pues, para escuchar de cerca las voces misteriosas de tantos recuerdos imborrables, envueltos a veces en lágrimas o en sangre; y para encontrarme, una vez más, con mis amigos y paisanos. Hacia ellos guardo un afecto que mis muchos años no hacen sino ahondar

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