Recientemente pasé por Barberis by La Cholita , en mi opinión, la marca insignia de chocolatería en Cusco, debido no solo a su permanencia en el mercado hace ya 64 años, sino también la calidad de sus productos y su desenvolvimiento en actividades de talla mundial.
La memoria de este encuentro, fue significativa. Daniella estaba con sus papás, el Sr. Gustavo y la Sra. Junia, celebrando en la tienda que lideran en el Real Plaza de Cusco, siempre con deliciosas innovaciones, un ambiente cálido y un gran cuidado por los detalles. Tres generaciones en esta empresa familiar, sellando entre risas y miradas fraternas, llenas de admiración, el triunfo de su trabajo en un sueño conjunto construido en familia.
Esta vez había una gran protagonista en el espacio: La catedral de Florencia, ganadora del V Concurso Nacional de Esculturas organizado por el Museo del Cacao y Chocolate Peruano y el Salón del Cacao y el Chocolate, que este año se unió al Salón du Chocolat Paris.
Daniella, nos cuenta que el concurso fue a nivel nacional, participaron escultores y apasionados por el chocolate. Barberis by La Cholita, obtuvo el primer lugar en la categoría de productores de cacao y chocolate. Cabe indicar que parte del premio es una pasantía de una semana a una hacienda de cacao muy conocida, nada más y nada menos que en México.
“La catedral de Florencia fue una gran inspiración, es un lugar maravilloso en Italia, que alguna vez todos los que aman el arte y el renacentismo deben visitar. Elegí este lugar, porque en alguna medida se conecta con mi personalidad. Quise hacer una obra en chocolate que vaya con las cosas que me gustan, el arte, el renacentismo y los detalles, quería mostrar parte de esa fortaleza, aunque el proceso fue más difícil de lo que imaginaba, 96 horas de trabajo, casi sin dormir, los plazos se acortaban y debíamos enviar la escultura a Lima”, cuenta Daniella.
La niña que creció entre granos de cacao y aromas a chocolate, quien llevaba moldes de aluminio entre sus manos, hoy es la líder de esta empresa familiar que sigue cosechando éxitos. “Al pasar los años, el mundo del cacao y el chocolate eran parte de mi, cómo algo innato, parte de mi ADN, que muchas veces quise dejar, pero cuando algo está en tus bonitos recuerdos y en tu corazón es muy difícil dejarlo atrás”, indica.
Las proyecciones que tiene para su chocolatería, es que el público cusqueño se identifique con la marca que nació en Cusco y se tiene el compromiso por continuar con la mejora contínua y abrir otro local más en el ombligo del mundo, así como en un futuro internacionalizar la marca.
* Por: Claudia Loayza, para Correo Cusco.