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La verdad indubitable. El amor de una madre no contempla lo imposible. Y para comprobarlo, solo se tiene que ser hijo.

El  (INEI) informó que en el Perú hay 2 millones 383 mil 120 madres trabajadoras. Un millón 900 mil son independientes y el 25% de ellas son jefas del hogar y sacan adelante a sus hijos de las mil y una formas que solo el amor puede lograr.

ENTRE CUNAS. Una muestra del sacrificio de esas madres se refleja en el programa Cunamás que alberga 300 mil niños en pobreza.

Gloria Artica Correa (52), del comité Señor de los Milagros de San Juan de Lurigancho, tiene dos hijas, pero se dedica hace 16 años a ser cuidadora y educadora de los niños de 0 a 3 años de las madres que trabajan.

“Hay empleadas del hogar, vendedoras ambulantes, comerciantes, que dejan a sus niños aquí. Los niños preguntan por su mamá y les decimos ‘mamita está trabajando para traerte tu fruta”, comenta.

Pero Gloria va más allá. Un par de chiquillas han sido madres y le han contado que sus papás pegan a sus madres. Por eso, en sus ratos libres, va a las casas de esas niñas para conciliar a la familia.

“Yo les cuento mi vida, pues como muchas de ellas fui sola. Y peor aún, tuve una madrastra que me maltrataba”, comentó.

Pero lejos de endurecerle el corazón, la motivó a cuidar niños desamparados y luchar por sus hijas.

Artica trabajó en el mercado de Motupe (Canto Grande) vendiendo verduras desde la cuatro de la madrugada. Ofreció adornos navideños y abrió zanjas para obras de construcción. Su mayor compensación, asegura, fue el reconocimiento de sus hijas. Pero también el recuerdo de sus otros hijos.

Tiene una tarjeta de cumpleaños de una quinceañero. Una jovencita a quien guió sus primeros pasos y que ahora invitó a su “mamita Gloria” a su fiesta.

MAMITA ABUELA. Flor Turpo Choque (55) ostenta con orgullo su cargo de presidenta del comité de gestión de Cunamás en San Juan de Lurigancho.

Pero también cocina y mide los nutrientes de los alimentos para sus niños.

Le rompe el corazón recordar a esa madre vendedora de anticuchos cuyo hijito se escapó de su corralito y un camión lo atropelló y mató hace un año.

No debe volver a pasar más, piensa. Y por eso visita casa por casa a las mamás para que sus hijos sean beneficiarios. “Ahora las mamitas que venden marcianos nos dejan sus niños”, cuenta satisfecha.

Hace 30 años, Flora fue una de ellas cuando cargaba a sus hijos en la espalda mientras barría las calles en tiempos del PAIT.

También cocinó en los comedores populares. “Tenía que ser fuerte con ellos (hijos) para que no se me escaparan de la caja mientras cocinaba”, contó.

Y siguió siendo madre cuando dos de sus nietos nacieron con poco menos de dos kilos e ingresó al Cunamás para que recibieran una buena alimentación. Hoy su mejor regalo es oír de ellos “mamita” antes que “abuela”.

BOMBERA. Yeynmi Cruz Velarde (31) tiene pocos años y una vida intensa. Ha sido agente del Inpe, estudiante de derecho, bombera y madre de dos niños.

Hace un año ingresó como bombera en la Compañía San Martín y está contenta. “Tengo la satisfacción de hacer algo por alguien y me basta con que me digan gracias”, dice.

Pero su mayor reto son sus hijos que viven en Arequipa. El padre la abandonó y Yeynmi lucha sola, y en cada emergencia piensa en ellos.

Hace tiempo extra en el Inpe para ir a verlos. Su hijo mayor está orgulloso de ella y quiere ser minibombero. Su deseo es comprar un departamento para ellos y su enseñanza es la perseverancia.

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