Milagros Leiva: "Alan busca atarantarte y Toledo es muy histriónico"
Milagros Leiva: "Alan busca atarantarte y Toledo es muy histriónico"

Los que nos formamos de abajo, no nos creemos héroes de la libertad de expresión, y cuando renunciamos, no nos vamos haciendo tanta parafernalia.

Acaba de cumplir 18 años como periodista y de consagrarse como la "reina de la guaracha", además de tener el don divino de la ubicuidad, pues no hay medio de comunicación por donde no se haya abierto paso, incluyendo a sus miles de seguidores en Twitter. Orgullosa de haberse formado desde abajo, Milagros Leiva les regala una dosis de ubicaína a los colegas que se creen la última chupada del mango.

Correo: Televisión, radio, prensa, ¿con cuál te quedas?

Milagros Leiva: Nunca podría dejar la palabra escrita. En televisión y radio prima la inmediatez, mientras que los medios escritos te permiten reflexionar, manejas el ritmo y la intención de las frases. Cuando tenga 80 años y no pueda estar en la tele, espero poder seguir publicando.

C: ¿No te cansas de entrevistar?

ML: Cada entrevista es una experiencia distinta y enriquecedora. Me cansaría entrevistar solo a políticos o solo a deportistas, por eso nunca me he quedado mucho tiempo en una misma sección del periódico.

C: ¿Los políticos no te parecen un ejército de clones?

ML: ¡No! Es una fauna bien variada. Hay leones, zorros, elefantes y algunos lobos con piel de cordero. Cada entrevista es un encuentro distinto y apasionante donde te enfrentas a una mente. Poder entrevistar a un político, a un músico, a un intelectual o a un cura es lo que me fascina de la entrevista.

C: ¿Y cuál categoría es la más fascinante?

ML: En términos de enriquecimiento personal, los intelectuales. Hablar con un escritor es siempre delicioso. Arman tan bien sus frases, tienen un lenguaje tan rico, sacan la cita precisa. Entrevistar a políticos también es una experiencia intensa, porque tienen un mensaje prefijado y no les gusta salir de su zona de confort.

C: ¿Con tantas entrevistas a cuestas ya sabes darte cuenta cuándo te están mintiendo?

ML: Cuando la gente está aturdida por algo, siempre toma agua. A otros les tiembla mucho la comisura de los labios, algo imperceptible en televisión, pero que ya aprendí a captar bien. Otros te mandan una mirada como diciendo no vayas más allá. El lenguaje corporal lo tengo no estudiado sino interiorizado. Detecto rápido cuando he agarrado una fibra sensible o cuando logro romper una coraza y puedo entrar.

C: ¿Cuál es la entrevista de la que guardas el mejor recuerdo? Sé que no han sido miles, sino cientos de miles pero...

ML: Ya sé que dije que quería entrevistar a un millón de peruanos, pero no te pases. Me gustó mucho una entrevista a Luis Jaime Cisneros. Tengo mucho pudor con los grandes pensadores. Uno no es más ni menos porque sepa citar todas las frases célebres de Borges o todas las anécdotas de Kissinger, pero sí le tengo miedo a no saber de lo que me estén hablando. Todos somos ignorantes frente a un especialista, pero a veces la ignorancia es muy osada.

C: ¿Tu mayor pesadilla como entrevistadora?

ML: Que el entrevistado se pare y abandone la entrevista. Me pasó con Erasmo Wong (padre), que pidió permiso para ir al baño y nunca regresó, y casi me sucede con Laura Bozzo cuando le pregunté por el collar que le obsequió Montesinos.

C: ¿Los presidentes (en ejercicio) son un reto particular?

ML: Sí, porque tienen una estela de poder que los envuelve y un batallón de gente alrededor que te dice: "Cuidadito, es el Presidente". Romper el hielo es complicado, pero no imposible. Me acuerdo el temor con el que fui a entrevistar a Martha Hildebrandt, por todas las advertencias que recibí sobre su carácter, y terminó siendo una de mis entrevistas más divertidas.

C: ¿Marco Aurelio Denegri?

ML: Con él hicimos un pacto de espadachines y hasta ahora no lo honra asistiendo a mi programa. Es un reto total, además de ser un gran seductor. Los hombres inteligentes siempre seducen. Los hombres que creen que solo con la apariencia pueden conquistar van muertos. No hay nada más aburrido que estar frente a un muñeco sin cerebro.

C: Bueno, pero regresando a los presidentes, ¿con cuál te sentiste más cómoda (entrevistar): Toledo, Alan u Ollanta?

ML: Con los tres. Ollanta tiene buen sentido del humor a pesar de su seriedad. Lo sentí muy receloso de los periodistas por tantos golpes recibidos en el pasado. Nadine no estuvo presente, pero sí su equipo de prensa. En cambio, Alan y Toledo se despacharon solos.

C: ¿Alan es el rey de los políticos?

ML: Es el más cazurro, el que mejor torea las preguntas, el más leído. Él va siempre delante de tu pregunta y tiene una gran capacidad de atarantarte. Y eso que lo había estudiado en sus ironías. Toledo, en cambio, es muy histriónico y busca intimidarte con sus gestos corporales. Golpeaba la mesa, caminaba o se acercaba y decía: "Yo no te permitoooo".

C: ¿Qué piensas del periodismo de periodistas?

ML: Una pérdida de tiempo total. Los que lo practican, generalmente no han estudiado periodismo. No han hecho calle. Llegan de improviso a una posición encumbrada y se sienten "el" periodista y comienzan a hablar del otro periodista. Se dan demasiada importancia. Los que nos formamos de abajo, no nos creemos héroes de la libertad de expresión, y cuando renunciamos, no nos vamos haciendo tanta parafernalia. Si no estás de acuerdo con la línea editorial del medio, ¿qué haces allí? Yo no creo en las resistencias pagadas, en trabajar en un medio que desprecio pero donde cobro mi cheque a fin de mes. Eso tiene un solo nombre: cinismo.