Los Álamos: El paraíso de la gastronomía huanca

Hace mucho tiempo, el valle estaba adornado de álamos, había bosques de esta planta, de la que los antiguos pobladores aprovechaban sus fibras para hacer verdaderas obras de arte, tejidos y figuras.

De allí viene el nombre de uno de los restaurantes más antiguos del valle del Mantaro, con los que se iniciaron lo que serían los recreos de la campiña huanca que se extendía en una franja del río Mantaro, principalmente en el distrito de Pilcomayo.

“Los Álamos” es hoy lo que llaman el rincón de la gastronomía divina, de la divina comida, el rincón donde los propios y extraños se reúnen para comer el menú de los dioses: la rica pachamanca, el cuy, la trucha, papa a la huancaína, carnero al palo, los chicharrones en sus variedades.

También el mondongo, la rica chicha, el néctar de los antiguos huancas; así como los postres, todo esto en un paisaje incomparable que conserva lo que es la naturaleza y la riqueza de esta cuenca, única en el Perú con un clima incontrastable.

Allí está la familia Anco que desde hace más de 45 años promociona lo nuestro, antes de manera artesanal, ahora con el profesionalismo del chef, y mano bendita de Luis Anco Mescua, y otros egresados de las mejores escuelas de gastronomía que cocinan rico.

PLATO BANDERA. Indudablemente que la pachamanca es su plato de bandera, como la han bautizado: “La pachamanca de los dioses”, que al calor de las piedras se cocinan las carnes de carnero, cerdo, y cuy tiernos, previamente aderezados con ingredientes que son un secreto culinario.

A estas exquisiteces se añaden las papas, el camote, las humitas, las habas, entre otros ingredientes que los paladares más exigentes no se resisten a probarlo y disfrutarlo hasta el final, suavemente remojado con la chicha de jora o un piquito de anís para bajar la grasa.

Un plato de pachamanca basta, pero en la carta también encontramos el cuy dorado o colorado, igualmente, en chicharrón al gusto del cliente, o las truchas fritas, y en otras presentaciones, como el ceviche que hacen que uno se sienta en el paraíso.