Las precarias construcciones ubicadas en primera línea frente al mar en Canoas de Punta Sal tienen casi todas el mismo problema: no hay un sistema de alcantarillado eficiente.
La potencial emergencia sanitaria que puede desprenderse de esta situación es evidente, sobre todo porque tampoco hay agua. Para conseguir el líquido elemento, se debe recurrir a los camiones cisternas que van por la Panamericana tocándole el claxon a los mototaxis.
"Cobran nueve o 10 soles por llenar un cilindro de 55 galones", dice uno de los residentes de la casa, quien atraviesa el muro de moscas y penetra en una habitación oscura con un piso de tierra poco uniforme y un techo improvisado con calaminas, tablones de madera y plástico. Es la cocina. En una esquina del recinto sobresale un recipiente de plástico azul. "Es todo lo que tenemos para cocinar, lavar y limpiarnos", añade un morador.