Miles de llaneros sufren la consecuencia del modelo dictatorial de gobierno impuesto por Nicolás Maduro. En el Perú, la pandemia agrava su situación, pero encuentran cobijo en albergues. En las últimas dos semana cinco fallecieron por Covid-19. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / GEC)
Miles de llaneros sufren la consecuencia del modelo dictatorial de gobierno impuesto por Nicolás Maduro. En el Perú, la pandemia agrava su situación, pero encuentran cobijo en albergues. En las últimas dos semana cinco fallecieron por Covid-19. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / GEC)

La crisis que se vive en Venezuela por el régimen de Nicolás Maduro ha conllevado a que miles de llaneros huyan de su país y emigren a otras naciones sudamericanas, entre ellas el Perú. Es un modelo de gobierno “chavista” que solo ha traído como consecuencia pobreza, pero que es visto con buenos ojos por el candidato presidencial Pedro Castillo y muchos de sus congresistas electos.

Aquí, en nuestro país, la situación de los ciudadanos extranjeros se agravó aún más con la pandemia del Covid-19. “Muchos han sido desalojados de sus lugares de residencia, pues al haber perdido sus trabajos se atrasaron con los pagos”, dijo a Correo Óscar Pérez, presidente de la ONG Unión Venezolana en Perú.

El 99% de la población residente vive en condiciones de alquiler, de acuerdo con Paulina Facchín, activista venezolana en contra del régimen “chavista” y secretaria ejecutiva de la ONG Haciendo Futuro.

Al no tener un hogar, cientos de ellos empezaron a vivir en las calles y se dedicaron a pedir limosnas. Los más vulnerables fueron acogidos en algunos albergues, o casas refugio de Lima.

Sin Fronteras

Uno de esos lugares es el albergue “Sin Fronteras”, ubicado en la calle Los Olmos, en el distrito limeño de San Juan de Lurigancho, donde viven 80 ciudadanos venezolanos. Treinta son niños, 23 madres solteras y doce adultos mayores.

El peruano René Cobeña, un empresario textil, alquila desde hace cuatro años la casa de 200 metros cuadrados para que la población extranjera pueda vivir. Junto con su esposa, se encarga de los gastos de los servicios de agua y luz. La empresa privada lo ayuda semanalmente con productos de primera necesidad. “Se hace estirar la comida para que compartan”, cuenta Cobeña, quien vive a diez minutos del albergue.

Los extranjeros no pagan por vivir en ese hogar, pero se turnan para ocupar labores esenciales. “No se les cobra ni un centavo, colaboran con la limpieza, se turnan para cocinar y limpiar los baños”, agrega.

DIÁSPORA

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 5 millones de venezolanos se encuentran viviendo en el exterior, la gran mayoría en países de América Latina y el Caribe. Después de Colombia, el Perú es el segundo país de América Latina que más migración venezolana ha recibido. Más de un millón llegó a nuestro país y el 80% reside en Lima y Callao.

Pese a que el Perú cerró sus fronteras desde el 16 de marzo del 2020, fecha en la que el Gobierno decretó el estado de emergencia por el Covid-19, gran parte de los migrantes cruzaron la frontera de forma irregular.  Las personas que no tienen recursos llegan al territorio caminando –los llamados “caminantes”–, exponiéndose a peligros durante el trayecto.

Los ciudadanos del país llanero huyeron de la violencia, la inseguridad y las amenazas, así como la falta de alimentos, medicinas y servicios esenciales.

Actualmente, el salario mínimo en ese país está entre los 3 y 5 dólares mensuales, según Óscar Pérez.

“Dos docenas de huevos es lo que podría comprar la gente con un salario mínimo mensual. Un médico especialista, con posgrado, tiene un salario que no excede los 30 dólares mensuales (113 soles)”, explicó.

En el Perú, hay muchos migrantes con estudios superiores o con títulos universitarios que hoy trabajan como meseros, taxistas, enterradores, entre otros oficios.

En suma, las medidas económicas impuestas por Nicolás Maduro, cuyo modelo se refleja también en varios pasajes del plan de gobierno del partido Perú Libre, que pretende gobernar el Perú, terminaron por asfixiar a los llaneros.

ACCESO A LA SALUD

La mayoría de migrantes vive en hacinamiento y esto representa un peligro real, sobre todo en el contexto de la pandemia del Covid-19, en el que las autoridades sanitarias inciden en el distanciamiento social para evitar contagios.

Al no tener ingresos, muchos de los que se contagiaron de coronavirus se automedicaron, o fueron atendidos por médicos connacionales en sus casas.

“Al inicio de la pandemia, los venezolanos no podían ser atendidos por el Ministerio de Salud (Minsa) porque te pedían Documento Nacional de Identidad (DNI). Muchos optaron por automedicarse o ser atendidos por médicos venezolanos en sus casas. Muchos perdieron la vida”, refirió Facchín.

Solo en las últimas dos semanas, la ONG Haciendo Futuro monitoreó cinco casos de venezolanos que fallecieron por Covid-19. Uno de los problemas que se presenta es que los cuerpos no pueden ser repatriados.

No todas son malas noticias. Los venezolanos mayores de 80 años fueron incluidos en la vacunación contra el Covid-19 y los extranjeros afincados en el Perú que actualizaron sus datos en la página web de Migraciones, sea en condición regular o irregular, también serán beneficiarios.

DELINCUENCIA Y XENOFOBIA

Desde hace varios meses, un sector arremete contra la comunidad venezolana por delitos que cometen grupos criminales oriundos del país llanero. Sin embargo, Nancy Arellano, de la ONG Veneactiva, afirma que “del millón de venezolanos en el Perú, solo el 0,0008% son delincuentes”.

Según Acnur, alrededor del 60% de los venezolanos en Perú, que ellos monitorean, se han sentido discriminados en algún momento.

REGULARIZACIÓN

Para regularizar la situación de los venezolanos en el Perú, el Gobierno dispuso el Permiso Temporal de Permanencia (PTP), un documento emitido por Migraciones que tiene vigencia de 1 año. Con ello, acceden a salud, educación, justicia y trabajo. Una de las condiciones fue haber ingresado de manera legal al país hasta el 31 de octubre de 2018.