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Está decidido. Este será el último año en que Lorenzo Huamaní Elliott (66) cumpla con dirigir la “Pelea de Toros” y a la “Cuadrilla de pisadores”. Más de la mitad de su vida efectuó a cabalidad esta labor de comandar y resguardar la tradición en cada vendimia y pisa de uvas de su natal Caravelí.

Aclarece el día, es domingo 12 de abril y Lorenzo junto a un grupo de hombres de campo llegaron ante el patrón, Marco Antonio Franco Montoya (50), dueño del fundo y bodega Chivisco. Reunidos ante el lagar (tina) lleno de racimos de uva, esperan comenzar el rito.

CUADRILLA. Pero antes, el patrón nombra a Lorenzo capitán de la cuadrilla y este designa a su segundo, también a los cabos y soldados rasos. Una varilla de hierba sobre el hombro simboliza la entrega de cargo y al compás de las melodías de guitarra de Luis Montoya Vizcardo -El Morris- comienza todo.

¡Pfss…! Un silbido colectivo de nueve hombres se escucha intenso, luego las voces cantan al unísono: “En nombre de Dios comienzo y de la Virgen su madre…”

Marchan fuerte sobre la uva que empieza a destilar su dulce jugo. En este grupo se encuentra Segundo Chauca Gallardo y su pequeño Leonel Chauca, de 6 años, el más joven de todos; hace un año decidió iniciarse como pisador.

Iba bien la faena, pero uno ha osado equivocarse y así como la regla manda será sometido al azote por manos del capitán, sin embargo, la escena reclama las carcajadas de los asistentes.

“Yo vi correr un huanaco con siete galgos encima”

PELEA DE TOROS. Después de una pausa para el almuerzo ofrecido por el patrón y la Asociación de Productores de Piscos y Vinos de Caravelí, la cuadrilla retorna al lagar para culminar la tarea y empezar con la “Pelea de Toros”.

“Yo crié una cholita, larga seca y corcovada”, es la copla final. La guitarra deja de tocar. Dos de los pisadores se colocan frente a frente. Los invitados buscan sitio para observar el espectáculo.

Un plato con vino es colocado sobre el suelo, los contendores sorben de este sin tocarlo con las manos, mientras el resto de la cuadrilla comienza a bañarlos con el mosto (jugo de uva). El público observa.

Y repiten el juego todos los miembros de la cuadrilla hasta que se cansan y dejan a la mayoría de invitados colorados.

“Nosotros conservamos la costumbre de la música y de la letra, pues es un legajo de nuestros antepasados” añade El Morris.

“Todo se hace para animar al público que asiste y viene a distraerse…” asevera el capitán.

Lorenzo señala además que esta tradición de la pisa comenzaba desde las 02:00 horas antes de que salga el sol.

Finalmente, viene el “remate” y es cuando el capitán da por concluida la tarea y el patrón queda satisfecho por el trabajo y por el buen vino y pisco que se producirá de acá a tres meses. Mientras tanto, la cuadrilla pasa a bailar y comer hasta irse.

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