Un equipo internacional de investigadores realizó un estudio sobre la comercialización de plantas medicinales en mercados del Perú y detectó que, en algunos casos, se vendían distintas especies, pero bajo un mismo nombre común, algunas de ellas incluso pueden llegar a ser tóxicas.
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Tal es el caso de la llamada “cola de caballo”, una planta tradicionalmente consumida en el Perú como infusión. Según la recopilación de datos realizada en Lircay, Huancavelica, se comercializaban las especies Equisetum bogotense , Ephedra rupestris y Baccharis genistelloides bajo este nombre común. A este problema se le conoce como reemplazo de especies.
“Hay estudios fitoquímicos sobre el género Equisetum (cola de caballo) y su efectividad para tratar afecciones del sistema urinario. Es una planta diurética que se consume en los emolientes, pero Ephedra [vendida bajo el mismo nombre común] es una planta tóxica, de la cual se obtiene la efedrina que se ha utilizado también como medicamento, pero según la dosis podría ser tóxica”, advierte la bióloga Roxana Castañeda, docente de la Universidad Científica del Sur y autora principal del estudio publicado en la revista Ethnobotany Research & Applications.
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“Entonces, si las personas la compran pensando que es la “cola de caballo”, la hacen hervir y la consumen, podría ser contraproducente. Se ha registrado en la literatura científica que podría causar insomnio e inclusive abortos si las mujeres embarazadas la consumen”, explica.
Esta situación de sustitución también se detectó en las plantas comercializadas bajo el nombre común de “valeriana”, ya que bajo esta denominación se vendían especies distintas como la Perezia pinnatifida.
Por ello, los autores consideran que “es necesaria una adecuada identificación taxonómica de las plantas comercializadas en los mercados públicos, especialmente, por los efectos adversos que podrían tener debido a sus principios activos distintos”.
La recolección de datos se hizo en Huancavelica y se comparó con información científica ya existente de plantas medicinales de Áncash, Ayacucho y Cajamarca. De este modo, se determinó que la similitud de especies de plantas medicinales silvestres comercializadas en los mercados de estas regiones era baja.
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