Gestión de Otárola genera desconfianza en el Congreso
Gestión de Otárola genera desconfianza en el Congreso

Con insultos y autobombo fue elegida ayer la lista oficialista encabezada por el legislador Fredy Otárola, quien juramentó como titular del Congreso de la República gracias al respaldo que recibió de Alianza Por el Gran Cambio (APGC) y Solidaridad Nacional (SN), que a cambio recibieron sitios en la Mesa Directiva.

En reemplazo de su colega de bancada Víctor Isla, la lista de Otárola, que conforman Carmen Omonte (Perú Posible), como primera vicepresidenta; Luis Iberico (APGC), como segundo vicepresidente; y José Luna Gálvez (SN), como tercer vicepresidente, controlará el aún más atomizado Parlamento en el periodo anual de sesiones 2013-2014.

En la sesión en la que se realizó la votación, si bien el triunfo de su fórmula se daba por descontado, la actitud confrontacional que los bloques políticos critican en Otárola se dejó ver en la votación, en la que el oficialismo obtuvo 75 votos, mientras que la lista opositora y "simbólica" de Octavio Salazar obtuvo 31 adhesiones. Hubo ocho votos en blanco y dos nulos.

REPARTIJA. En su discurso de orden, el nacionalista inició su gestión reconociendo que fue una "equivocación" la llamada "repartija" que se gestó en la administración de su antecesor, Víctor Isla, con la elección de candidatos al Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo y el Banco Central de Reserva, que quedó sin efecto.

Otárola ofreció disculpas públicas al país por el "daño moral" ocasionado a los designados por la comisión especial que presidió Isla. "Trabajaremos fórmulas de consenso para la elección de los integrantes de los órganos constitucionalmente autónomos, descartando por completo las cuotas partidarias para privilegiar por sobre toda consideración el valor de la persona, sus credenciales democráticas, su formación académica y su ejercicio profesional sobresaliente", afirmó.

El nacionalista, quien disputó la representación de Gana Perú a la Mesa Directiva con sus colegas Jaime Delgado y José Urquizo, se comprometió a llevar una gestión "transparente" y de "consenso" entre las bancadas, gestionando una agenda "predecible y exenta de sorpresas".

Dijo que su gestión será así "sabiendo que el papel que corresponde al presidente del primer poder del Estado, especialmente el presente, no puede ser de confrontación sino de concertación permanente en aras de la salud democrática de la República".

MUCHAS DUDAS. Sin embargo, sus declaraciones son vistas con recelo y más de un parlamentario pone en duda que Otárola logre generar el consenso que necesita el Parlamento debido a sus constantes ataques contra casi todo aquel que criticó al gobierno del presidente Ollanta Humala.

En opinión de Mauricio Mulder, de Concertación Parlamentaria, el Legislativo entra en un periodo de incertidumbre hasta que Otárola se muestre "por encima de las banderillas políticas".

Asimismo, dijo que el oficialista se equivoca en señalar como responsables a todos los bloque políticos de la "repartija", al mencionar que fue su bancada y él en particular quien la avaló. "Debe facilitar el debate y no utilizar el Congreso contra la oposición, como lo hizo Daniel Abugattás".

A su turno, Octavio Salazar dijo que espera que con Otárola el Congreso no se convierta en mesa de partes del Ejecutivo.

Tras recordar que el nacionalista fue uno de los más férreos defensores del expresidente Alejandro Toledo, el fujimorista dijo que confía en "que en este Congreso no se den componendas porque la alianza de Gana Perú y Perú Posible se ha dado por una supuesta gobernabilidad" y criticó que no el Legislativo no cumpla con una "real fiscalización".

Desde Acción Popular-Frente Amplio, Rosa Mavila opinó que Otárola debe asumir "el nuevo rol político que le corresponde" como concertador "y no entrar en batalla frontal con las agrupaciones, como hasta ahora".

En ese sentido, dijo que es necesario que dé paso a la reforma política de las agrupaciones partidarias "colocando por delante el interés nacional en lugar del cuoteo político".

TEMPORADA DE CIRCO. Durante la sesión en la que se realizó la votación, muchos de los parlamentarios dejaron de lado el respeto al protocolo que exigía el momento al enseñar la cédula de sufragio para mostrar su voto.

El primero en votar fue Víctor Isla, quien arrancó el aplauso de la "portátil" que abarrotó las galerías del hemiciclo.

El autobombo, que se repitió en cada uno de los sufragios de los nacionalistas incomodó a más de un congresista. "¡Qué buena portátil han traído! ¡Vayan a trabajar!", gritó Mulder, dirigiéndose a los simpatizantes del nacionalismo encabezados por la empresaria Janet Emmanuel.

Por su parte, el fujimorista Héctor Becerril le expresó su sentir a Urquizo: "Ese lugar era tuyo", le dijo señalando a Otárola.

Entre tanto, los acciopopulistas se abstuvieron de emitir su derecho a voto, con consignas como "Acción Popular no se vende".

La cuota de humor la pusieron varios congresistas que demostraronsu falta de educación al lanzar piropos y silbidos desmesurados a Cecilia Chacón y Luciana León cuando estas votaban.

Además, los comicios que tuvieron a Marisol Espinoza y Rolando Reátegui de escrutadores, tampoco estuvieron exentos de las ya acostumbradas broncas.

El pepecista Alberto Beingolea perdió los papeles al percatarse que la bancada fujimorista había preparado varias pancartas en las que acusaba al Partido Popular Cristiano de "venderse" al oficialismo.

Beingolea se aproximó al escaño de Néstor Valqui y le arrancó de las manos un papel en el que se apreciaba el mensaje: "PPC y Solidaridad Nacional vendidos".

Luego del arranchón y de mediar algunas palabras entre ambos, el pepecista se retiró raudamente.

Sobre el tema, Valqui criticó la actitud matonesca de Beingolea y cuando este fue consultado por el incidente, repreguntó: ¿Tengo que responderle a un proxeneta que no merece estar en el Congreso?.

Al término de la sesión, Otárola se dio un baño de popularidad con la nutrida comitiva de militantes nacionalistas que acudieron al recinto legislativo, quienes lo recibieron entre aplausos y no dejaban de gritar "Otárola, dignidad".