Lidia Villajuán es la mujer que posicionó al ceviche de Ancón como uno de los más deliciosos del país. Entre sus clientes nacionales y extranjeros, le han dicho que no solo es el sabor de sus platillos, sino también la calidez, esa alegría que ella contagia con facilidad. El mar, dice, es todo su mundo. “Soy anconera neta, la familia de mi madre siempre se dedicó a la pesca y, por eso, desde el vientre soy parte de este distrito”, relata.
Lidia lidera el emprendimiento gastronómico Lidia y Hermanas, el cual se ha ganado el respeto y cariño de cuanto comensal visita el tradicional balneario de Ancón. Todo comenzó cuando su madre, allá por la década del 60, se animó a preparar ceviche para sus amigos. Así llegó el primer puesto de ceviche. Veinte años después, ella tuvo que tomar las riendas del negocio familiar, en el que también participan sus hermanas.
Al principio, para Lidia todo fue complicado porque los clientes no la conocían y dudaban de su talento con el pescado y sus múltiples preparaciones. “Me las ingenié, recurrí a frases graciosas, a llamar cliente por cliente y pedirles una oportunidad para que prueben mi sazón. Así pude ganarme un nombre”, añade.
Todo eso hasta que llegó la pandemia y el cierre de restaurantes. “Fue difícil, imagínate, cerrar mi centro de labores”. Desde que participó en Mistura, Lidia se convenció de que la gastronomía hacía muy feliz a la gente. Por eso, decidió encarar el problema pensando en todo lo que está detrás del puesto de comida de miles de cocineras como ella: la familia, el cariño de los clientes, los trabajadores y los proveedores.
SALIR ADELANTE
Durante la cuarentena estricta, usó sus ahorros y consumió los productos de su almacén, como arroz, fideos, papa, aceite, azúcar, los cuales repartió también entre su familia y sus trabajadores. Ni bien se permitió el reparto por delivery, habilitó el servicio. Lo mejor vino en julio, cuando por fin pudo recibir a comensales, aunque alquilando otro local, cumpliendo con las medidas sanitarias establecidas.
Dentro de 15 días, regresará a su puesto de toda la vida, cuando termine de habilitar algunos de los protocolos sanitarios. “En todos estos años nunca me rendí y menos ahora. Mi secreto fue guardar pan para los días duros”, explica. Lidia dirige su negocio con tesón y sabiduría, pues estudió Administración de Empresas.
“Yo lucho para recuperar una tradición culinaria que da trabajo y alegría a todo un pueblo”, subraya Lidia.
Ahora, al lado de su esposo y sus dos hijas, quienes son profesionales, sigue adelante. “Los tiempos mejores están por regresar, la gastronomía trae mucho progreso y es un motivo de orgullo nacional. La pandemia pasará, la sazón queda”, dice Lidia.
Para reflejar esa misma fuerza y perseverancia, la Presidencia del Consejo de Ministros lanzó la campaña #LuchaPerú, no hay nada que nos detenga. El objetivo es visibilizar el empoderamiento de la mujer peruana. En ella se muestran las historias de otras mujeres, como la de Olinda Silvano, artista y lideresa de la comunidad Shipibo-Konibo en Cantagallo. Durante la pandemia, el arte kené, tradición de su pueblo, se convirtió en símbolo de esperanza ante la adversidad.
Para más historias, visita luchaperu.pe
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