En este libro de Silvana Reyes Vassallo no hay una idealización del amor y el sexo; por el contrario, la lectura de este relato nos advierte cuán peligroso puede ser este tipo de relaciones…
En este libro de Silvana Reyes Vassallo no hay una idealización del amor y el sexo; por el contrario, la lectura de este relato nos advierte cuán peligroso puede ser este tipo de relaciones…

Silvana Reyes Vassallo es una joven escritora que empieza a brillar con luz propia en los intrincados caminos de la poesía y la narrativa. Actualmente, conecta su ejercicio profesional de enfermera con el .

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Hace unos años, en plena pandemia, publicó ANA F**K. Según la propia autora, aquí se cuenta la historia de amor entre una adolescente y un sicario. Con este libro, Silvana “se adentra en el campo de la denuncia social con temas como la violencia contra la mujer, el machismo, los amores tóxicos y otros temas escabrosos para la sociedad peruana”.

Emociones tóxicas

En su breve relato Ana F**k, Silvana Reyes Vasallo presenta un ejemplo de lo importante que es la primera frase en una historia. Al inicio los lectores encontramos los nombres y apellidos de Juan Luis Torres Saavedra, un personaje que podría generar en nosotros las más severas condenas o, quizás, las más extrañas justificaciones. Luego de darnos esa primera información, la narradora nos revela que a este personaje le dicen El Burro y que su nombre le era desconocido en un inicio.

En estas primeras líneas hay una maniobra deliberada; pues, luego de saber cómo se llama El Burro, los lectores comenzamos un diálogo confesional con la narradora. Ella, en medio de confusiones y juegos de tiempo, nos cuenta su historia de “amor” con alguien que hacía “cosas malas” y que –para su posterior lamento– se convirtió en el “el primer hombre de su vida.

“Solo te vuelves mujer una vez en la vida”, se dice a sí misma Irina, una adolescente que “desea” tener su primer encuentro sexual con El Burro, un avezado delincuente que realiza sus actos delictivos en la ciudad de Chiclayo. La idea de volverse mujer a la que hace referencia Irina se reduce al acto sexual; el sexo también es posibilidad, abandono y madurez.

Ella tiene 15 años y está fascinada por todas las cosas que definen a su amante; ha idealizado esa masculinidad ruda, violenta, agresiva y disidente de la justicia. Justamente ama de él todo lo que socialmente es rechazado. Es más, ella misma es consciente de que sus deseos son sumamente cuestionables. Sin embargo, es capaz de defender a su amante, aun si esto le trae como consecuencia ganarse enemigos.

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Rebeldía sexual y sentimental

En muchos pasajes del relato, Irina dialoga con una de sus amigas, quien intenta disuadirla; sin embargo, cada crítica refuerza la decisión tomada. Para ella es más importante su elección; los prejuicios y las valoraciones éticas pasan a un segundo plano.

La decisión está tomada; no obstante, Irina tiene miedo y se siente insegura, tal vez como cualquier adolescente ante un probable encuentro sexual que representa ‘su primera vez’: “debo aceptar que me moría de miedo por el hecho de estar en ese momento a solas con él en su cuarto, sin embargo, la curiosidad y la emoción me ganaba” (p. 22).

Las emociones a las que apela la protagonista tienen que ver con el deseo y la sensación de goce que espera satisfacer. Ella misma refuerza su comportamiento al pensar en las ventajas físicas y sexuales de su amante; “pero aun así le hacía honor a su nombre: tenía o mejor dicho tiene el pito más escabrosamente grande que he podido ver. Es por eso que decidí perder mi virginidad con él” (p. 26).

Esta decisión nos revela una visión idealista (y discutible, seguramente) de ‘convertirse en mujer’ solo a partir de tener sexo por primera vez. Asimismo, es notorio que para una adolescente aún es importante esta idea de virginidad que socialmente se le ha impuesto; por eso, Irina ha decidido perderla con alguien que para ella vale la pena.

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Idealización de la masculinidad tóxica

Mencioné, casi al principio, que Irina ha idealizado el deseo y el amor que dice sentir por El Burro; por eso, quiere que su primer encuentro sexual sea con él. Ella lo considera un hombre inteligente, valiente y astuto; el éxito de sus fechorías lo confirma. Ahora bien; su percepción sobre él hace que cuestione, incluso, la importancia de ser una buena persona. Para ella y para el mismo Burro, ser ‘una buena persona’ no te salvará la vida; por el contrario, te pone en peligro de perderla.

El contexto social que describe Silvana Reyes Vasallo en Ana F**K está marcado trágicamente por la violencia y el crimen organizado; por eso, sus personajes actúan a la defensiva y se autodefinen como marginales. Este aspecto último ha sido bien trabajado, tanto en las descripciones, las reflexiones y el habla de los personajes, lo cual, hace más significativa la inserción de la historia de Irina; el relato irrumpe en medio de este escenario delincuencial y, sin quererlo, sufre las consecuencias.

Quizás alguno de ustedes ya ha comenzado a imaginar cómo termina la historia; sin embargo, nada es como uno se lo imagina. Lo que sabemos de Irina y El Burro no basta para entender qué pasó finalmente con ambos, pero sí nos permite reflexionar sobre las dificultades que envuelven a las historias de amor y sexo entre adolescentes.

Es necesario advertir que en el texto de Silvana Reyes Vassallo no hay una idealización del amor y el sexo relacionado a una masculinidad tóxica y violenta; por el contrario, la lectura de este relato nos advierte cuán peligroso puede ser este tipo de relaciones.

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