Su esposa Clorinda Flores, lo recuerda con nostalgia, aunque satisfecha de haber dejado huella.
Su esposa Clorinda Flores, lo recuerda con nostalgia, aunque satisfecha de haber dejado huella.

El La Encantada debe su nombre a la historia de la aparición de un lagarto reluciente en una laguna que hizo correr despavoridos a tres hermanos y a la que más tarde la llamaron “Laguna encantada”.

Pero también es tierra de grandes ceramistas, que dan lauros a nuestro país, uno de ellos que nos dejó hace 23 años es don Max Inga Adanaqué, que todo el pueblo lo recuerda y que siguen la huella dejada por él.

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RECUERDOS

Para su esposa doña Clorinda Flores Vda. de Inga, fue un hombre muy abierto con todos, “Max fue una persona humilde, muy buena, fue el descubridor de la bella cerámica que hacían en La Encantada que dejaba muy impresionados a las personas que venían a verlo, además fue una persona que no se guardaba nada, todo lo que aprendía lo compartía con la familia y amigos, todo lo volcaba en sus discípulos, porque el decía, el día que yo no esté, ustedes deben seguir el camino”.

Max Inga, dejó 4 hijos, 3 mujeres y 1 varón, los cuales aprendieron el moldeo de la cerámica, pero actualmente siguen su profesión, “luego de fallecer yo me quedé a cargo del taller junto a mis hijos, pero ahora ellos tienen su profesión, la mayor es profesora de inglés, la otra enfermera y la tercera profesora de comunicación y el varón técnico de refrigeración, pero de vez en cuando entran a ayudarme en la cerámica”.

Más adelante doña Clorinda señala que Max quería mucho a su pueblo, le daba pena que no tuviera ni luz ni agua potable, era un pueblo polvoriento, de extrema pobreza, “Él quería a su pueblo, se desesperaba por verlo crecer, por verlo salir adelante, pero se murió y no vio como está ahora, gracias quizás también a su arte de la cerámica que fue muy apreciado en el Perú y el mundo”.

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FALTA DE APOYO

Pero también están preocupados, pues luego de la pandemia y del dengue, las ventas han bajado considerablemente, “las ventas han mermado y es el sustento de muchas familias, hay poca demanda y de visitantes, a pesar de tener buena carretera y calles asfaltadas, pero falta más difusión y promoción de las autoridades”.

No lo voy a negar, pero lo extraño, yo estaba bien segura que él iba hacer prosperar al pueblo que lo vio nacer, yo se que haría nuevas creaciones, porque le gustaba ser innovador, como él decía a su amigos, el día que ya no esté, sé que mi arte va a durar y ustedes tienen que seguir mis pasos, para el progreso de ustedes y de sus familias”, recuerda doña Clorinda.

Finalmente agradece a las autoridades locales por estar dándole progreso que se merece este pueblo morropano, “agradecido del alcalde César Elías que nos hace ferias para poder vender nuestros productos y gracias también por haber erigido un monumento dedicado a mi esposo Max en la entrada del pueblo, que tiene un gran valor para su terruño, ahí está plasmado todo su arte hecho en su silla de ruedas”, expresa.