Como les dije la semana pasada, la entrevista con el maestro Elmer Robles Ortiz fue muy provechosa. En esta edición, les comparto nuestra conversación sobre sus más recientes libros: “Hacia una revisión histórica de la invasión y conquista” (2022) y “Horas de lucha por la gesta de la educación popular (1920-1923)”, publicado en junio del presente año.
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Sobre el primero, el académico venezolano Reinaldo Rojas nos dice que esta obra “es una invitación a la revisión crítica de la escritura y de la enseñanza de la Historia del Perú”. Ante un comportamiento social cada vez más consumista, superficial y obsequioso, es imperativo “estudiar científicamente aquel pasado histórico (con luces y sombras) para alumbrar nuestro conocimiento del presente”.
Sobre el segundo libro, como el mismo autor nos exhorta, “para remozar el sistema universitario no solo habrá de considerarse el avance científico y las nuevas teorías educativas y de gestión; hay que escuchar también las voces del pasado y del presente”. A continuación, algunos pasajes de nuestra invaluable charla.
En su afán incesante de invitarnos a cuestionar nuestra historia oficial, en el 2022 publicó “Hacia una revisión histórica de la invasión y la conquista” …
Así es. Este libro contiene un mensaje decolonial, pues aún existen por doquier expresiones del coloniaje mental. Hemos seguido —y aún seguimos— patrones culturales europeizantes en la historia, la literatura, la filosofía, el arte, etc. Si continuamos así, sin revisar o cuestionar la “historia oficial”, la copia simiesca o imitación no permitirán abrir paso firme a la creatividad. La historia desde el siglo XVI fue el eco de Europa, reflejo de hechos ajenos, una historia periférica. Y así toda la cultura y la vida. Quedan aún expresiones y hechos de una cultura que dominó la vida del continente. No faltan quienes aún hablan de la “madre patria España”, como un orgulloso legado; no consideran al Perú como su mama pacha. En Trujillo, por ejemplo, se canta un himno —yo no— de alabanza a “la ibérica espada que vino a trazar el glorioso destino”. ¡Coloniaje mental puro! Y es “oficial”. Se requiere, pues, una profunda revisión o reinterpretación de todo nuestro proceso histórico.
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En este libro, usted sienta una clara postura respecto a la imperiosa necesidad de una revisión histórica de la conquista…
En realidad, necesitamos revisar toda nuestra historia. Como ya te dije, esta fue escrita siguiendo el patrón cultural de Europa. Y, como parte de ese patrón, se divulgan datos inexactos; se enseñan hechos distorsionados o se producen imperdonables omisiones. Predomina una historia caudillista, triunfalista, una historia política, unilateral. La creación cultural, por ejemplo, es relegada conscientemente. ¡Además, es individualizada y unisexuada! ¿Dónde está el pueblo: los trabajadores, los estudiantes, las mujeres?
¿Se hace necesario, entonces, usar con fundada valentía intelectual los términos “invasión” y “conquista”?
Ya se venía hablando, poco a poco, de invasión y conquista. Y eso es lo que se extiende ahora. Porque eso ocurrió, realmente. Pero en el libro también se dilucida el hecho del “descubrimiento de América”. “¿Quién descubrió a quién?”, es la pregunta. Este punto ha avanzado más. Ahora es anacrónico decir “Colón descubrió América”. Existen historiadores españoles que estudian con imparcialidad los hechos. Y sostienen que los invasores y conquistadores cometieron incalificables excesos. Algunos, incluso, dicen que su país debe pedir perdón por lo que ocurrió. En Sevilla (España), mi libro fue bien recibido. Un notable colega, al poco tiempo de mi presencia en el Archivo General de Indias, me hizo saber que la obra se hallaba en un lugar muy visible y que destacaba entre los demás libros.
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Acaba de publicar “Horas de lucha por la gesta de la educación popular”. ¿Por qué considera que es importante conocer este episodio de nuestra historia universitaria?
Con el movimiento estudiantil de la Reforma Universitaria se inició una etapa de cambio en la educación y en toda la sociedad peruana. La lucha por la educación popular fue promovida por las Universidades Populares González Prada, que aglutinaban a estudiantes y trabajadores comprometidos con la democratización de la educación, particularmente de las universidades. Por entonces, la educación a cargo del Estado era pagada; los pobres no tenían acceso a ella. Además, las universidades eran anacrónicas, autoritarias, desvinculadas del clamor popular; su gobierno estaba en manos de camarillas familiares. Los episodios de 1920-1923 transformaron el rostro del Perú y de la educación. Ocurrió en Lima y en Trujillo.
Como usted mismo señala en el prólogo, “ni antes ni después se conoció un hecho tan extraordinario como este ...”.
La experiencia de educar gratuitamente a los obreros por parte de los estudiantes universitarios fue única; no se repitió. Fue una obra de altruismo de estudiantes de clase media y acomodada, con emoción social. Los estudiantes de nuestro tiempo no tienen este compromiso. No devuelven al pueblo lo que el pueblo les brinda. Hay mucho que trabajar, en ese sentido. En este contexto, es imperativa la enseñanza crítico-reflexiva de nuestra historia. Pero también la formación de la emoción y el compromiso social.
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