Felien de Smedt: “El teatro intenta tocar el alma de las personas”
Felien de Smedt: “El teatro intenta tocar el alma de las personas”

Mirad, protagonista de Un chico de Bosnia, tiene 13 años y debe abandonar su hogar por la guerra que destruye su país, Bosnia. La violencia, que afecta a todos y en especial a los menores, lo arrastra a un mundo duro y, en un primer momento, inexplicable para él por su inocencia. En esta entrevista, Felien de Smedt, directora de dicha obra, cuenta cómo el teatro se convierte en un espacio para que las personas reflexionen sobre las tristes realidades ocasionadas antes y después de cualquier guerra.

¿Lo que siente Mirad, el protagonista, en ese contexto de guerra, puede ser similar a lo que sufrieron los niños aquí en los 80?

Creo que todo lo que él siente debe ser un sentimiento universal de cualquier niño que está expuesto a una guerra, interna o entre países. Efectivamente, se puede comparar muy bien con lo que se ha vivido acá en la época de la violencia.

¿En este fuego cruzado los inocentes son los más perjudicados?

Siempre. Lamentablemente así funciona la política. Y lo que me parece bonito del personaje de Mirad es que él lo dice, literalmente. En algún momento él dice: “No entendí nada de política, pero de pronto entendí que se trata de nosotros, de todas las personas comunes y corrientes”. Y, en ese momento, tiene una ligera esperanza de que nosotros podemos decidir sobre esto y que vamos a tener una opinión. Pero resulta que no es así. Y Mirad es el que se ve más afectado.

¿Contar este tipo de historias sensibiliza más a la gente que las cifras sobre víctimas y desplazados?

Estoy convencida de eso. Por eso me gusta trabajar en el teatro, porque siento que es una forma de llegar a la gente, de intentar tocar el alma de las personas. Trabajar desde la sensibilidad. Entonces, creo que una obra sí ayuda a sensibilizar. Y, a veces, te hace sentir un poco incómodo cuando lo ves como público, porque es muy testimonial. Los personajes te cuentan su historia, te miran a los ojos. Como público empiezas a sentirte un poco culpable porque te dices: “Pucha, sí, yo, en algún momento he hablado o pensado mal de los extranjeros que han venido a mi país o de lo que ha sucedido”. Para mí, es una forma muy buena e importante de sensibilizar más allá de los números.

¿Después de la guerra, la gente arrastra la violencia hasta en su vida diaria?

Sí, efectivamente. Lo que dices lo veo en relación con la obra. En Un chico de Bosnia, todo el tiempo sentía obstáculos para realmente avanzar. Por eso opté, en la escenografía, por maletas, que son como escombros por la guerra y la violencia que hubo en las calles. Pero también escombros que no permiten que una sociedad y una persona avance. Y también la desconfianza es algo que se siente mucho aquí.

¿Cómo ha sido el trabajo con los actores en esta historia intensa?

Ha sido muy duro. Se ha llorado bastante en los ensayos, sobre todo al inicio. Pero también ha sido bueno. Eso de llorar te ayuda y tienes que superarlo. En una función, como actor, no puedes estar llorando porque tienes que contar la historia. El proceso al inicio ha sido muy emocional. Hemos conversado mucho sobre la guerra de Bosnia, pero también más allá de eso. En algún momento armamos una especie de cementerio y hacemos un homenaje a los muertos de todas las guerras, de todos los países. Surgió a partir de pensar en la violencia acá en Perú. Acá falta enterrar bien a los muertos. En ese sentido, pienso que ha sido un proceso sanador para mis actores, que son de acá y han vivido y visto ciertas cosas.

¿Por qué los peruanos deberían ver Un chico de Bosnia?

Primero, porque la historia es hermosa. Para mí, esa es la razón principal. Y segundo porque es universal y porque, a pesar de ser tan dura, nos va a hacer reflexionar. No puedes salir de la sala sin haberte afectado algo esta historia. Todos tenemos que ver esta obra porque, a pesar de hablar de la guerra de Bosnia, trata de la violencia de los años 80, la llegada de los venezolanos. Trata de lo que estamos viviendo como país acá, en este momento, y de lo que hemos vivido en el pasado. Y creo que permite reflexionar y contextualizar ciertas cosas.

DATO

Felien de Smedt. Directora de teatro. Nació en Bélgica en 1985. Es filóloga, actriz y directora de teatro. Estudió en el Centro de Formación Teatral Aranwa. Fue miembro del grupo de teatro Krakeel.

7 años tiene Felien de Smedt como residente en nuestro país.