El color azul representa positividad para mente y cuerpo; asimismo, dentro del campo positivo emite vibraciones que suman a la inteligencia, serenidad, comunicación, eficiencia, lógica confianza, seguridad y reflexión.
El color azul representa positividad para mente y cuerpo; asimismo, dentro del campo positivo emite vibraciones que suman a la inteligencia, serenidad, comunicación, eficiencia, lógica confianza, seguridad y reflexión.

Julia Esther Yepjen Ramos (Chocope, La Libertad, 1980). Estudió Educación en la Universidad Nacional de Trujillo (UNT). En esta misma universidad obtuvo su grado de maestra en Educación y Lingüística. Ha realizado trabajos de investigación en los cuales propone estrategias novedosas para incrementar los niveles de comprensión lectora en alumnos de primaria y secundaria. Ha laborado como tutora virtual en el área de Comunicación por la Pontificia Universidad Católica del Perú.

VER MÁS: El mar en la poesía regional de La Libertad

Fue finalista del Primer Premio de Novela Infantil Altazor (2013). Obtuvo: Primer Premio en Poesía en los III Juegos Florales Intensidad y Altura (2013), Mención Honrosa en el VII Concurso de Poesía de Mujeres Scriptura (2020), Primer Premio en Poesía en los I Juegos Florales Universitarios Nacionales “César Abraham Vallejo Mendoza” (2021) y Primer Premio en Cuento en los II Juegos Florales Universitarios Nacionales “Ciro Alegría Bazán” (organizados por la UNT).

Ha publicado “El rescate del gato Galindo” y, ahora, nos presenta la obra infantil: “Martin y el Planeta Azul” (que incluye el cuento del mismo título, “Martin y el ermitaño lunar”, y agrega, “Martin y el pincel mágico” (Infolectura ediciones 2024). Su narrativa está incluida en las antologías de cuentos infantiles “Anzumitos” y “Travesuras de mi mascota” (Infolectura, 2024). Actualmente, ejerce la docencia universitaria en Lima.

PUEDE LEER: Las obras literarias de José Murgia Zannier

Azul

Julia Esther Yepjen avanza en forma organizada y sólida. Una prueba son los títulos usando el color “azul”. En poesía, “Azul mar sobre noche estrellada” (2022) y ahora “Martin y el Planeta Azul” (2024). El color azul representa positividad para mente y cuerpo; asimismo, dentro del campo positivo emite vibraciones que suman a la inteligencia, serenidad, comunicación, eficiencia, lógica confianza, seguridad y reflexión. Es buen signo para orientarse a la infancia y juventud.

LEER AQUÍ: Sueños vividos: novela de amor y política entre Trujillo y Salpo

Martin y el Planeta azul

A Martin le encanta la astronomía y los misterios del universo. Es un niño con inclinación a lo enigmático. Un día quedó fascinado con el bello color azul de un planeta lejano: Aptrón. Al iniciar el día, su maestro de escuela le da una mala noticia: el Planeta Azul está a punto de desaparecer por culpa de sus propios habitantes. No obstante, para su felicidad, Martin es elegido para la misión de librarlos de la catástrofe. “Era la hora de partir. Martin recordaría por siempre estos momentos de alegría y esperanza. Miró a sus amigos. No habría podido lograrlo sin ellos. Ralph, el delfín, se mostraba feliz erguido sobre su poderosa cola” (p. 27). Ocurrirán varias aventuras en esta historia que convocan y orientan a los humanos a tener conciencia crítica ante el problema de la contaminación ambiental. Martin, amante de los astros, vive fascinado por los colores del planeta.

VER AQUÍ: Casimiro Ramírez para niños y jóvenes desde Jaén

Martin y el ermitaño lunar

En el segundo cuento, el mismo personaje, Martin, y en línea de tiempo del relato anterior y después de haber cumplido exitosamente su tarea de conservación el Planeta Azul, decide retornar a casa. En el retorno, ocurre lo inesperado, se dio un desperfecto en el sistema operativo de la nave. La única alternativa fue el descenso forzoso en el astro más cercano. Sin percatarse descendió en la Luna, oteó construcciones fabulosas. Ahí encontró a Don Gigio, exastronauta, quien también fue habitante del Planeta Azul. Sin embargo, debido a la ausencia de las condiciones normales de vida y de su ambiente, había adquirido habilidades asombrosas para sobrevivir. El factor sorpresa, que logra mayor intriga en la narración, se da en la escena cuando el anciano ermitaño resulta ser abuelo de Fabián, amigo de Martin desde el primer relato. Como en el anterior cuento, los finales van encadenando a un próximo episodio. Leamos un fragmento: “El anciano ingresó a su casa y sacó un pequeño asteroide cubierto de las más lindas y extrañas flores. —Es para demostrarle a todo el mundo que en la luna si se puede vivir—, confesó y subió al aparato especial” (p. 50).

LEER MÁS: Jorge Chávez Peralta y sus veintiún escritores liberteños

Martin y el pincel mágico

En este relato, los personajes son los mismos y continúan la aventura del viaje de retorno al Planeta Azul. La narradora Julia Yepjen usa la realidad al rememorar al Apolo 11, y el viaje espacial a la Luna en 1969, recordando a Neil Armstrong. El viejo buscó una superficie sobre la que pudiera pintar y se aisló al otro extremo de la pequeña nave. “Su intención era dibujar una salida hacia la Vía Láctea. El retorno al hogar parecería cercano, la correcta ubicación de las constelaciones los llevaría pronto a casa” (p. 63). Al final aparece Ralph, el personaje delfín, quien los alegra con su participación en el mar. La historia concluye en el reencuentro y diálogo entre abuelo Gigio y nieto Fabián.

VER MÁS: Jorge Barboza: literatura y simbolización

Este libro, “Martin y el Planeta azul” (2024), mantiene unidad y nivel literario destacable. Está muy centrado en la narración organizada en oraciones, párrafos, capítulos o secciones bien ordenadas y establecidas; además, presentan cadencia y musicalidad. Aleatoriamente, denota información del tema planetario. Julia Esther Yepjen se ratifica como una de las escritoras más representativas de la literatura infantil y juvenil de la región La Libertad y del norte peruano. Invitamos a su lectura para realizar los mismos viajes imaginarios, tan sentidos y humanizados.

LE PUEDE INTERESAR