El reflejo de la música de Kevin Johansen se encuentra en sus viajes a través del mundo. Ha captado cada influencia de los países que le tocó visitar, quedarse a vivir o investigar. Lo atrae la vida, aquella que lo hace reflexionar sobre la sociedad en que se encuentra y después, lo invita a componer un disco. “Algo Ritmos” (2019), su última producción, es el desenlace de su última aventura.
Regresas con “Algo Ritmos”. ¿Cómo se concibe este material?
Los discos van juntando una temática a la que uno tiene ganas de aproximarse. Este álbum tiene mucho de los tiempos locos en los que vivimos, ego exacerbado o Instagram. Tiene una visión de la política, lucha de género, el contrato de amor que significa en el 2020. Es también un disco viajero.
¿Crees que sin el concepto de “trotamundos”, que refleja tu carrera, podrías haber tomado todas estas experiencias musicales?
Siempre digo que, en algún momento, podría escribir mi “autogeografía”. Los viajes me han marcado, no solo por ser hijo de una madre argentina y muy intelectual; o un padre “gringo” que no quiso ir a Vietnam.
El disco tiene el tema “Pobre millonario”, lanzado en un momento donde varios países de Sudamérica busca reivindicar sus derechos...
Es una metáfora, porque no solo el disco se lo dedico a Donald Trump (risas). Me quedé pensando en ese “Enano Fascista” que -dicen- hay en cada uno de nosotros. También tenemos a ese “pobre millonario”, porque tenemos esa zona de comodidad donde uno se aísla. Vamos haciendo nuestro propio muro que nos hace perdernos de lo increíble que es el mundo.
En este disco, ¿prima el análisis más que la crítica?
Exacto. Es fácil criticar por las redes y publicar lo mejor de cada uno. Me parece que el lado humano es más saludable, sobre todo cuando alguien como yo quiere compartir un disco. El hecho de crear algo es un acto ambiguo de generosidad y ego a la vez. El tema es que uno puede perder el equilibrio. Me humanizo mucho, porque la tensión y la fama es algo difícil. Conozco colegas que han sido famosos desde los 19 años. Ese es un cóctel peligroso de emociones.
“Desde que te perdí”, uno de tus temas más conocidos, refleja una propuesta irónica frente a la realidad. ¿Estos elementos narrativos son una forma de asimilar la tragedia?
Es una forma de desdramatizar una situación de corazón roto. Lo primero que pasa es que, creemos que en la historia de la humanidad, nadie ha sufrido tanto como uno. Ese tema fue una forma de rescatarme y ver todo desde afuera. Estaba triste, pero encontré la forma de reírme. Por eso tanta gente abrazó la canción.
Exploras ritmos latinoamericanos para fusionarlos con estilos como el rock y pop. ¿Has encontrado un género que te sea un tabú?
La fusión musical es el futuro. La mezcla también es nuestro pasado. Ahora se escucha mucho dub, trap y el género urbano, pero esto viene desde los noventa. Ahí empezó a sonar El General con los inicios del reggaeton. Todos los géneros son primos-hermanos. La música es derribar muros y prejuicios. Es empatía y celebrar las diferencias.