También el poeta dedicó su pluma periodística a revelar imágenes, aspectos, rostros, costumbres y ambiente de la tierra natal.
También el poeta dedicó su pluma periodística a revelar imágenes, aspectos, rostros, costumbres y ambiente de la tierra natal.

El 13 de agosto se ha cumplido otro aniversario del fallecimiento de una de las figuras cumbres de la crónica periodística urbana y popular, así como de la literatura infantil peruana y latinoamericana: el patacino Luis Valle Goicochea, natural de La Soledad, , quien falleció en 1953, atropellado al amanecer de cierto día en una de las calles de Lima, después de una noche de bohemia, como era el estilo final de su vida. Había nacido el 2 de noviembre de 1908.

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Cultivó con notable éxito la literatura y el periodismo cultural. En poesía está considerado como de los grandes creadores de la literatura infantil peruana y latinoamericana. A su producción en el respectivo género pertenecen los poemarios: “Las canciones de Rinono y Papagil”, “El sábado y la casa”, “La elegía tremenda y otros poemas”, “Parva”, “Paz en la tierra”, “Miss Lucy King y su poema”, “Al oído de este niño” y “Marianita Coronel”. Entonces, la vida rural y campesina, el ambiente del pueblo, la naturaleza andina, los hechos y personajes cotidianos, la inquietud religiosa, los personajes del lugar son elementos constantes de su universo literario.

Estudió en el colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo. Como periodista cultural, publicó sus artículos bajo el título de “Hilvanes”, que se difundieron a través de diversos periódicos de la época como “El Comercio”, “La Crónica”, “La Industria”, “El Deber” (Arequipa).

HILVANES DE TRUJILLO

De manera específica, sus crónicas son una revelación de la imagen, inquietudes, hechos, trajín y quehaceres especialmente de la tranquila ciudad de Trujillo, que él reveló con un estilo sutil, ligero, gracioso y cierto tono humorístico. También se distinguió por una inocultable crítica a los excesos, al conservadorismo, o carencias de la educación, así como un evidente elogio de la actividad artística y cultural.

A manera de muestra tenemos esta alegoría:

“A la salida del colegio, dos santarrosinas comentaban las disposiciones de las Madres, respecto al largo de las faldas y cuyo tenor ya lo supone el lector.

Decía una de ellas, doblando las piernas con mucha gracia, para que la falda le llegue casi al tobillo:

-Así quieren vernos las madres. Mejor sería que nos pongan sus hábitos. Y agregaba levantándose la falda unos centímetros más arriba de la rodilla:

-Ahí deberíamos llevarla. ¿no te parece?

-¡Ya lo creo!– asentía la otra de las lindas interlocutoras”.

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También “Hilvanes” se caracteriza por una sutil crítica a los excesos, conservadorismo, ignorancia, falta de educación y bajo nivel cultural de determinados sectores, como se aprecia en esta crónica: “Los trujillanos se cornean en la actualidad con un pintor y un poeta sin saberlo, y no porque los sean desconocidos. No, no y no.

¿Cómo no van a conocer los trujillanos a Camilo Blas?  ¿Idem con Eloy Espinoza?

Ambos empezaron aquí. Ambos no hace mucho pasearon sus siluetas por las calles de la ciudad y sin embargo…”.

Desde luego, no se salvan las críticas a las bancas de la plaza de armas: “¡Ah! Las banquitas de la Plaza de Armas. Merecen un canto épico, o una loa de esas que ahora han criado polvo”.

Yo, de buena gana, las fotografiara de espaldas, de frente y de costado, pero…

Hoy por hoy las bancas han perdido un poco de actualidad.

Recién fueron colocadas, quien sí, quien no, se sentaba, aunque sea de pasada. Así, ya tenía con qué llenarse la boca diciendo: “Hoy probé las banquitas de la plaza. ¡Son qué cómodas y qué elegantes!”.

Otras crónicas se refieren a la expectativa por la llegada de los primeros aviones al antiguo campo de aterrizaje de la ciudad.

IMAGÉNES DE LA TIERRA NATAL

También el poeta dedicó su pluma periodística a revelar imágenes, aspectos, rostros, costumbres y ambiente de la tierra natal. Así lo revelan las crónicas reunidas bajo el título “Estampas de La Soledad”, en la que se incluyen los textos: “Tradición que cuenta el origen de mi aldea”, “La fiesta de Nuestra Señora de La Soledad”, “Un pueblo: su fiesta y su mudanza”.

Otras crónicas se orientan a ofrecer una visión sobre diversos aspectos e imágenes de Lima y varias provincias del interior; por ejemplo: “La partida. Quiruvilca, el mal de altura. La industria yanqui”, “Un viaje a Parcoy”, “Cusco bajo la lluvia”, “Impresiones de un viaje al centro”, “Al pie del Misti”.

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IMAGEN DEL ARTISTA Y RELIGIOSO JOSÉ MOJICA

Bajo el título “R.P. Fr.   José Francisco de Guadalupe”, el fino escritor patacino refiere el proceso de conversión e ingreso a la orden franciscana del notable artista mejicano José Mojica, quien después de haber construido un enorme prestigio como cantante y artista de cine, que atrajo la admiración de todo el continente, teniéndolo todo: amor, dinero, lujo, comodidades, propiedades, decidió ingresar al llamado de Dios en el convento de los padres franciscanos del Cusco. Entonces, en su crónica mencionada, Valle Goicochea describe y comenta el proceso de ordenación del exartista y flamante sacerdote:

“Era él, José Mojica, actor y cantante de ópera, hombre de mundo y de tablas que venía de la apoteosis efímera del mundo a refugiarse a la paz del claustro. Del brillo de las candilejas venía a la oscuridad del coro. Se habló después y se sigue hablando de él. Se tejieron supercherías y diarios y revistas insertaron folletines sensacionales; pero en vano: el antes José Mojica, escondido en el humilde nombre de Fray José Francisco de Guadalupe, permanecía fiel y firme a su vocación franciscana”.