Los hermanos Miguel Adolfo y Carlos Alberto Vega Cárdenas son ingenieros agrónomos trujillanos egresados de la Universidad Agraria del Norte de Lambayeque en 1970. Ambos han desarrollado una importante carrera profesional: Miguel Adolfo fue asesor cultural del Banco Continental y Carlos Alberto, superintendente de Campo y gerente general de la Empresa Agroindustrial Laredo.
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Al margen del desempeño profesional, su producción intelectual tiene otro signo relevante: la investigación histórica y social, plasmada hasta el momento en tres volúmenes extraordinariamente valiosos y trascendentes para conocer las fuentes de nuestros orígenes históricos, especialmente entroncados con la época colonial: “I: El mayorazgo de Chiclín. Los Marqueses de Herrera y Valle Hermoso. Los Condes de Valdemar de Bracamonte”; “II: El Mayorazgo de Moncada Galindo y los Condes de Olmos”; y “III. El Marquesado de Bellavista. El Mayorazgo de Licapa y el Mayorazgo de Facalá”.
Anteriormente hemos ofrecido nuestra apreciación en esta misma página sobre tan valiosas y extraordinarias fuentes que explican buena parte de las raíces de la vida colonial de esta región y los orígenes de la sociedad y la población asentada y desarrollada en esta fecunda tierra. Además, es oportuno destacar que los mencionados volúmenes forman parte de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia del Perú.
EL PROLOGUISTA CARLOS VEGA OCAÑA
En el esclarecedor prólogo del tercer libro, Carlos Vega Ocaña explica: “Los hermanos Vega Cárdenas, notables paleógrafos trujillanos, nos ofrecen un excepcional trabajo de investigación, haciendo visible que ellos sienten y respetan la historia debidamente documentada sobre la antigua nobleza titulada y genealógica de Trujillo. Por ello explican de manera minuciosa y fundamentada el camino seguido por las familias tradicionales trujillanas, cuyos árboles genealógicos se remontan a los conquistadores, fundadores o primeros pobladores de la ciudad, mostrándonos cómo estas dinastías desempeñaron un papel crucial en la riqueza agrícola y ganadera de los valles de Trujillo.”
Entre otros valiosos aspectos los autores revelan los apellidos de los primeros propietarios de las haciendas y molinos de trigo hasta los trapiches de caña y las tinas de jabón. También describen y explican cuáles eran los cultivos y ganados principales; así como las dificultades, como los devastadores terremotos, las torrenciales lluvias y las severas sequías que tuvieron que afrontar.
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EL CLUB CENTRAL Y LA URBANIZACIÓN “LA MARQUESA”
Entre los numerosos aportes contenidos en la primera parte del tercer volumen, referido específicamente al Marquesado de Bellavista, encontramos, por ejemplo, que la mansión trujillana del siglo XVII de los de la Huerta y Zubiate continuó como propiedad de la familia hasta el año 1841 en que fue vendida por el último marqués de Bellavista, D. Manuel Cabero y Muñoz, al coronel lambayecano del ejército peruano D. Juan Manuel de Iturregui y Aguilar, prócer de la independencia, quien edificó su casa familiar en lo que actualmente es propiedad y sede del “Club Central” de Trujillo.
Los mismos marqueses fueron dueños del “Molino de la Pinto”, ubicado en los extramuros de la ciudad de Trujillo, conocido posteriormente como “El Molino Hoyle”, colindante con su chacra conocida como “La Marquesa”, donde hoy se levanta la urbanización del mismo nombre.
EL ALCALDE MANUEL CABERO Y MUÑOZ Y SU ADHESIÓN POR LA LIBERTAD
En realidad, don Manuel Cabero y Muñoz, último marqués de Bellavista, fue alcalde del cabildo que proclamó la independencia y uno de los que desde los altos del cabildo acompañó a su primo político el marqués de Torre Tagle en la proclamación de la independencia de la Trujillo, por lo que firmó el acta de jura respectiva.
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LOS ORÍGENES DEL “CENTRO VIEJO” Y “CASA DE LA IDENTIDAD”
Otro de los aportes de la valiosa obra explica los orígenes de la actual “Casa de la Identidad” por iniciativa del Gobierno Regional presidido por el ingeniero José Murgia Zannier, que antes fue sede del Centro Escolar de Varones “Pedro M. Ureña”, popularmente conocido como “Centro Viejo”: la señorial mansión fue construida por don José Félix Ganoza Orbegoso, quien –según cita del tradicionista Carlos Camino Calderón en sus “Tradiciones de Trujillo”– cuando fue informado de que el general Iturregui se proponía construir su residencia en lo que es ahora el Club Central, exclamó: “La mía siempre será mejor, pues tiene plaza de armas”.
En realidad, “Al fallecimiento del Dr. José Félix Ganoza Orbegoso, en la división y participación de sus bienes, aprobado el 23 de noviembre de 1887, se consideró: “Una casa grande ubicada en esta ciudad, en la plaza de armas frente a la Iglesia de la Compañía y al costado izquierdo de la Prefectura, en 20,000 soles”.
La suntuosa casa familiar de la plaza de armas de la Ciudad de Trujillo del Perú, “Benemérita y Fidelísima a la Patria, Capital del Departamento de La Libertad”, calle Salaverry N° 22; en el año 1918 fue vendida al Estado por sus herederos, y es la que ocupó el Centro Escolar de Varones N° 241, “Centro Viejo”, hoy nombrada “Casa de la Identidad Regional”, calle Diego de Almagro 478.
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LAS HACIENDAS EL CARMELO, HUANCACO Y MARÍA LAURA
También en su valiosa investigación los autores explican el origen de las ricas tierras ubicadas en la zona de Virú: “Doña María Laura de Agüero y Bracamonte heredó las haciendas “El Carmelo” y “Huancaco bajo”; a su fallecimiento, ambas tierras les correspondió a José y Fernando Hernández de Agüero, respectivamente. Entonces la hacienda “El Carmelo” contaba con un trapique para la producción de chancaca y una desmotadora de algodón, mientras que la hacienda “María Laura” fue la pionera en el cultivo del espárrago en el valle de Virú.