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Todo es sensorial en “Las voladoras” (Páginas de Espuma, 2020), el último libro de cuentos de Mónica Ojeda. Su propuesta de lenguaje explora los rincones tenebrosos y reveladores de una experiencia que acompañará siempre a la humanidad: el dolor.
El cuerpo, en este sentido, también es uno de los protagonistas de los ocho cuentos de la escritora ecuatoriana.
Desde los organismos y sus sensaciones, se devela el horror de las historias de violencia sexual y social en contra de las mujeres.
El talento de Ojeda es notable cuando su prosa hace que el tránsito de lo cotidiano a lo extraño sea natural, tan verosímil que asusta porque, si miramos de cerca, ¿los casos más terroríficos no suelen estar en las familias?
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El dolor, a través del cuerpo, es el gran mecanismo de “Las voladoras” para adentrarse en lo siniestro.
Por ejemplo, en “Caninos”, al ser mordida por un perro de la calle, el personaje Hija entiende que el dolor “podía ser luminoso”, pero también le hace recordar lo terrible de su hogar.
Mientras que Bárbara le dice a su gemela Paula, en “Slasher”, que “el sonido del dolor es parecido al del deleite”.
Por ello, en esta exploración plural, una poética enriquecida por el mito andino, el dolor devela, comunica, interpela.
“Las voladoras” reafirma que la obra de Mónica Ojeda, con un riguroso trabajo del lenguaje, siempre apuesta por mirar el horror para buscar lo que no se ha dicho de las sombras.
AUTORA
Mónica Ojeda (Guayaquil, 1988) es narradora y poeta. Ha publicado “La desfiguración Silva”, “Nefando”, “Mandíbula”, “Historia de la leche”, entre otros libros.
